Braille es un sistema de lectura y escritura táctil inventado por Louise Braille a mediados del Siglo XIX, y herramienta indispensable para los ciegos; el lenguaje de señas es una lengua natural de expresión y comunicación y herramienta indispensable para los sordos —por cierto no es correcto decir “sordomudos”, éstos no existen, son sordos, solamente— aprender ambos sistemas de comunicación por parte de todos nosotros sería indudablemente una muestra de comprensión, respeto y tolerancia; la vida de los ciegos y de los sordos, históricamente hablando, ha estado cubierta de injusticias sociales —como todas las de aquellas personas con algún tipo de discapacidad— a las que, por cierto, les duele más la discriminación que su propia discapacidad. Cualquier aprendizaje implica independencia; el Braille y el lenguaje de señas no son la excepción. En la moderna necesidad, indispensable por cierto, de estudiar idiomas para enfrentar un mundo globalizado, deberíamos hacer un alto en el camino y tomar la decisión de aprender estos dos sistemas de comunicación; en todo el Planeta hay ciegos y hay sordos que seguramente desean que seamos muchos los convencidos para tomar tal decisión. Si personas con discapacidad visual y auditiva comprueban que muchos han tomado la decisión de comunicarse con ellos erradicarán desasosiegos y temores, abatiremos muchos de sus pesares. “Dime que sabes Braille y lenguaje de señas y te diré quién eres”. La decisión debe tomarse como algo muy íntimo, muy propio, será entonces una iniciativa que contagiara afecto. Sin estas herramientas, la discapacidad visual y auditiva someten a quien la tiene que vivir en rincones claustrofóbicos y desesperanzados; no resulta difícil entender que si el cuerpo falla, el espíritu se desmorona; cuando las discapacidades no son enfrentadas con entereza y conocimiento se convierten en tatuajes que lastiman y marcan, lo que acarrea, como consecuencia, que estas personas se sientan invadidas de profundas tristezas y se conviertan en altamente vulnerables. Recientemente el Ayuntamiento de Guadalajara convocó a cuarenta servidores públicos de áreas que tienen contacto con la ciudadanía para que tomaran un curso de ambas materias: Braille y lenguaje de señas. Buena noticia que alienta al colectivo de la discapacidad y muestra la parte humanitaria de la institución. “Amigo es quien me ayuda y no quien me compadece”, sentencia la sabiduría popular. En un mundo donde ciertos personajes públicos se ven seriamente deteriorados en su prestigio es bueno enterarse de estas iniciativas que ayudan a no tener vergüenza de sabernos humanos. Amen de los amenes.