Esta semana, al tomar la llave del más reciente lanzamiento de Infiniti en México, el crossover QX30, recordé lo que todos sabemos, pero a veces necesitamos algo que nos recuerde con más fuerza: este auto es un Mercedes-Benz. Los juegos mentales se pusieron a trabajar en mi cabeza y llegaron a la superficie recuerdos de la necesidad de expansión de marcas como la de la estrella de tres puntas, o de BMW, que sin el debido volumen de producción les costará más trabajo ser competitivas. Por eso, Mercedes buscó un socio durante tanto tiempo, como lo fueron Chrysler o Mitsubishi. Hoy, es Renault-Nissan. Y les urge más esos alemanes que a todas las demás marcas Premium, porque están solos, más que nada BMW. Por esto Audi tiene la sartén tomada por el mango. Hace tres o cuatro décadas, nadie hubiera pensado que una marca como Audi fuera lo que es hoy en día. Sus autos, que siempre fueron buenos productos, estaban más cercanos a lo que un día fue Mercury para Ford o Oldsmobile para General Motors, es decir, por arriba de los demás, pero no realmente al nivel de sus dos enemigas de mucho más abolengo: BMW y, principalmente, Mercedes-Benz. El público europeo de los años 80, incluso 90, veía a Audi como algo similar a la francesa Peugeot, pero nunca como un rival realmente digno para las otras alemanas de lujo. Sin embargo, el mundo globalizado comenzó a operar a favor de Audi. Porque Mercedes y BMW simplemente no pueden competir contra el poder de compra de un Grupo Como Volkswagen AG. Y su imagen fue mejorando de manera paulatina pero constante. Tanto que hoy el joven europeo ya pone a Audi en el mismo nivel de sus enemigos. Lo peor de todo para ellos: muchos incluso ponen a Audi por arriba. ¿Más chocante aún? En muchos casos, tienen la razón. Productos mejores y competencia orientalLos argumentos de los defensores de BMW y Mercedes, entre los cuales estuve incluido por muchos años, siempre fueron la exclusividad, el abolengo, la tracción trasera, las plataformas únicas, no “contaminadas” por autos de marcas generalistas. El tiempo y la necesidad de mayor volumen fueron encargándose de cambiar las cosas. Con el Clase A, Mercedes-Benz bajó un escalón en su gama, para llegar a un público más amplio. De paso, adoptó la tracción delantera. Al permitir que Chrysler usara su plataforma en productos como el Crossfire, la Grand Cherokee o el 300, se hicieron menos exclusivos. BMW también dio el primer paso en la misma dirección al poner el Serie 2 Active Tourer en el mercado, con lo que cedió a los encantos de la tracción delantera a la vez que perdía algo de esa magia llamada “ultimate driving machine”, es decir, la “mejor máquina para manejar” con la cual se distinguió por muchos años. La X1 también ya es plataforma de MINI que puede ser todo, pero no es Premium. Y se rumora que así será la siguiente Serie 1. Claro, aún hay Mercedes y BMW magníficos, pero estos empiezan en la Clase C y la Serie 3. Aún así el que conduzca un 320 hoy en día, o un C180, verá con el mismo asombro con el que yo lo vi, que un Audi A4 ya es un producto mejor, más refinado, rápido, equipado, amplio, bien hecho y, sorpresa de sorpresas, se conduce mejor en la gran mayoría de los casos. Con la nueva Q5 ocurre lo mismo. Sí, siempre habrá el abolengo. Pero éste se puede transformar en simple historia, como la de las familias que un día fueron ricas y poderosas pero que ahora viven del nombre y del pasado, si acaso con una bonita residencia que presumir. Marcas que no existían hace 30 años como Lexus o Infiniti, van encontrando su mercado y tienen detrás de ellas el respaldo que no tiene Mercedes y menos aún, BMW. Las cosas cambian y nuestro deber como consumidores es actualizarnos. Si hace tan sólo tres años alguien me preguntara cuál auto era dinámicamente más eficiente entre un Clase C o un Serie 3, hubiera apuntado hacia el BMW. Hoy es al revés. Audi ni siquiera entraba en la pelea. Pero ahora ese segmento está dominado por los cuatro aros. Y con el respaldo del grupo que seguramente terminó 2016 como el mayor del mundo: Volkswagen AG, no se ve por dónde los otros puedan recuperar su hegemonía. En este momento, tenemos que reconocer y darle la bienvenida al inicio de la “Era de Audi”.