La inseguridad es una percepción y al mismo tiempo una realidad. El Área Metropolitana de Guadalajara, con sus 4.5 millones de habitantes (números redondos), padece inseguridad en sus dos dimensiones.La semana pasada se registró una veintena de asesinatos en apenas tres días. La semana que recién empieza arroja saldo de tres muertes violentas… al menos que se conozca. Dos cuerpos fueron hallados en Tlajomulco, baleados, y uno más, con heridas en el cráneo, en carretera a Colotlán, Zapopan.Enlistar casos de homicidios consumiría todo el espacio de este texto y sólo conduciría a lo que ya es conocido: todos los días ocurren muertes violentas en la ciudad y en el Estado. Las estadísticas que hace públicas en su página web el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses revelan que en promedio, en Jalisco se cometen tres asesinatos por día.Una simple multiplicación nos dice que si son tres por jornada, cada año atacan y matan a mil 095 personas. Sólo en Jalisco. Ahí está la dimensión real que, vale decir, tiende a romper las marcas porque al paso actual el año 2015 va a superar el promedio.Por eso, entre los días 1 y 2 de diciembre, cuando se iban sumando las muertes violentas hasta llegar a 20, los medios de comunicación y las redes sociales encontraron fácilmente la dimensión de percepción. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué tantos asesinatos? De inmediato se habló de una crisis de inseguridad. Quien escribe estas líneas se sumó a ese coro.Cuestionados, urgidos por la opinión pública, miembros del gobierno estatal y de gobiernos municipales ofrecieron mensajes para responder a la inquietud generalizada: “no hay caos, la ciudad está funcionando”, dijo el secretario general, Roberto López Lara.“No hay crisis”, afirmó el presidente municipal de Guadalajara, Enrique Alfaro Ramírez.(Por cierto, no hay declaración ninguna del gobernador Aristóteles Sandoval porque a pesar de la urgencia, el mandatario estaba en París, Francia, en actividades relacionadas con la cumbre climática).Pero si las autoridades civiles intentan modificar la percepción de inseguridad en el discurso, el arzobispo de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, con la representación que pueda tener como autoridad religiosa, hizo contrapeso al afirmar que es “verdaderamente alarmante y preocupante (…)todos los días tantos robos, asesinatos; muchas manifestaciones de la inseguridad y también lo que es más triste, el ciudadano común vive en una zozobra, desconfianza, miedo, porque los robos se dan en las calles en las casas en todas partes”.¿Entonces, hay o no crisis de seguridad?Que las autoridades de municipios y Gobierno del Estado se hayan acostumbrado al promedio de tres muertes violentas por día, no quiere decir que la percepción de inseguridad se “normalice”.Si al dispararse el índice de asesinatos ocurre que un alcalde, un secretario de gobierno, un fiscal, proponen la hipótesis de que se trata de ajustes de cuentas entre cárteles del narcotráfico porque están “peleando la plaza”, no están aportando nada para la tranquilidad de la sociedad, y mucho menos están aplicando la ley y deteniendo a los asesinos. Sólo están tratando de construir discursivamente una realidad que no existe.Crisis es el nombre que en español se da a una situación mala o difícil; es la intensificación brusca de los síntomas de una enfermedad y esta sociedad padece inseguridad.Este pato hace “cuac”, tiene pico y patas planas, camina y se mueve como pato, ¿por qué le quieren cambiar el nombre?Lo mejor es que no se hagan patos, como siempre.