Ignoro si efectivamente exista alguien que se llame Aniv de la Rev o sea sólo un mito urbano, pero conociendo este país no lo dudo ni tantito. Si hay un Apolocho, en memoria del Apolo Ocho; un Tigre XIV Camote, porque a su hermano le habían llamado León XIII Papa; si hay un Nicolaou, por el Papanicolaou, pues no faltó quien confundiera la prueba ginecológica con un pontífice, es muy probable que en más de un pueblo de este país exista un Aniv de la Rev que hoy esté festejando su onomástico a todo pulmón. Pero, además de los que llevan con mucho porte el nombre de Aniv de la Rev, ¿quién más tiene algo que festejar después de 102 años de iniciada la Revolución?, ¿qué polvos quedan de aquellos lodos, de aquella avalancha de lodo que arrastró al país a la peor guerra civil, incoherente como lo son todas las guerras, contradictoria como ninguna? Comencemos por lo básico. El sufragio efectivo es hoy en México una realidad en tanto que cada voto vale y cada voto cuenta. Pasaron muchas aguas desde aquel Plan de San Luis que llamaba a levantarse en armas por el derecho al voto hasta que éste fue realmente un derecho universal, libre y secreto. La primera elección con condiciones plenas de libertad, certeza y claridad fueron las de 1997, nomás 87 años después. La no reelección, el otro gran tema del Plan de San Luis, es hoy más un lastre que un valor, seguimos defendiendo algo cuyo sentido es al menos muy debatible. Otro motor de la Revolución Mexicana fue el campo. La tierra para quien la trabaje es un tema lejano, casi olvidado y que suena arcaico. En una sociedad fundamentalmente urbana los problemas del campo han perdido eco e importancia. La pobreza en el campo hoy sigue siendo uno de los grandes lastres del país, pero también uno de los grandes olvidos: de eso hablan los “pobretólogos”, los burócratas de la Secretaría de Desarrollo Social y nadie más. Finalmente la otra gran herencia de la Revolución, la Constitución de 1917, es hoy un Frankenstein, lleno de contradicciones, dispuesta a garantizarnos hasta el terreno para el entierro (es lo único que falta, porque el derecho a la educación, salud, vivienda, agua, tierra y hasta un medio ambiente limpio están “garantizados” en la Constitución, aunque no haya forma de ejercer la garantía), pero incapaz de normar con eficiencia la vida de la República. No por ser pesimistas, pero, más que festejar el aniversario de la Revolución, mejor festejemos a aquellos que llevan con orgullo el nombre de Aniv de la Rev.