Aunque parece demasiado tarde, quizá haya todavía margen para evitar que la elección de 2018 sea secuestrada por la derecha más radical y por iglesias de diferentes denominaciones.Dependemos de algo poco probable. Dependemos de que políticos de diferente espectro se pongan de acuerdo en que los venideros comicios presidenciales no pueden girar en torno al matrimonio gay y al derecho al aborto (o derecho a la vida, como gusten).Si los partidos políticos entienden la coyuntura, podrán ver que su independencia está en juego. Ellos serían los primeros beneficiados de un acuerdo multipartidista para dejar a la Corte lo que ya es de la Corte.El sábado habrá una nueva marcha, una que tocará la capital de la República, en contra del derecho de cada mexicano a formar familia con quien más lo desee.Esa marcha llegará con ímpetu. Ocurrirá luego de que cientos de miles de personas se manifestaran en idéntico sentido en importantes ciudades del país el 10 de septiembre. El Clero católico, una de las caras visibles de esta ofensiva conservadora, no ha dado tregua desde entonces. Se saben empoderados ante un Gobierno federal que no ha sabido contenerlos, se saben fuertes ante una administración que ya tuvo que recular en su intento por afianzar el matrimonio gay.El Clero también se aprovecha de una cosa cierta. La sociedad mexicana está divida en el tema de los matrimonios gay, y está mayoritariamente en contra de la adopción por parte de esas familias.Por eso, porque es un tema de derechos —y como tal no se puede poner a concurso de popularidad—, conviene a los políticos, en tanto representantes que son de la sociedad en su conjunto, zafarse de la trampa en que nos quieren arrinconar las iglesias, sus acólitos, y sus patrocinadores.El PAN debe recordar que en distintos momentos el conservadurismo lo ha debilitado. Que volverse un partido confesional no sólo traicionaría buena parte del espíritu fundador de esa organización, sino que paradójicamente lastra sus posibilidades de convertirse en una opción política que sea atractiva para sectores de la población que no se identifican con los candados que quiere imponer la Iglesia en el tema de la familia.El PRI debe retomar su capacidad para lidiar con el Clero desde una posición de ventaja, como había sido desde los tiempos de Calles. Los priistas siempre tuvieron acuerdos inconfesables con las Iglesias, pero nunca se les había visto a la defensiva como ha sido el caso en estos meses. El clásico pragmatismo priista no debe traducirse en una derrota anticipada.Y políticos de otras denominaciones deben mirarse en el lamentable espejo de Enrique Alfaro. El alcalde tapatío, formalmente del partido Movimiento Ciudadano, ha renunciado a cualquier congruencia y hoy se abraza a los católicos. No se pierdan este video, es cortito, del periodista tapatío Ricardo Salazar (@salazargdl) quien en menos de cinco minutos desnuda la doble moral de Alfaro, político que en 2011 decía que él todito todito estaba a favor de los matrimonios gay y ahora, en el marco de sus aspiraciones a una eventual candidatura a gobernador de Jalisco, no dudó en tragarse sus palabras y someterse al dictado de los católicos. http://bit.ly/2cOOFkiEsa estampa es un vaticinio de lo que pasará a otros políticos que no sepan detener el intento de los ultraconservadores de imponer su agenda.Quien por cálculo electoral ceda a la tentación de subirse a la ola conservadora podría terminar siendo un sirviente de las peores causas.Ojalá los políticos se pongan de acuerdo en que la política les toca a ellos. Y que los curas no tienen derecho a imponerles nada.