2015 arrancó con la ola de movilizaciones de solidaridad con los padres de familia de los tres asesinados y 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Las constantes, variadas, descentralizadas y creativas manifestaciones solidarias con los familiares y normalistas de Ayotzinapa lograron que el país entero se mirara en el espejo de la tragedia ocurrida en Iguala la noche del 26 de septiembre de 2014.Por vez primera en años recientes, la mayoría de los mexicanos reconocieron que vivimos en un tiempo oscuro en todo el país, signado por una espiral de violencia desatada supuestamente en la guerra del Estado en contra del crimen organizado, pero que se ha convertido en una guerra del Estado y el crimen organizado en contra de la mayoría de la población.Con las manifestaciones de exigencia de presentación con vida de los 43 normalistas, millones de mexicanos y personas en todo el mundo se percataron de la magnitud del drama de los desaparecidos en el país: 26 mil reconocidos oficialmente pero decenas de miles más que no quedan registrados por temor; Ayotzinapa también fue un espejo en el que millones de personas reconocieron que la violencia no es un fenómeno sólo entre el Estado y el crimen organizado, o entre sicarios de los cárteles de la droga: buena parte de la violencia proviene de los agentes del Estado (de todos los niveles) aliados al crimen organizado en una alianza funcional para ordenar y reordenar el territorio en función de los intereses de negocios capitalistas legales o ilegales, como pueden ser el despojo de tierras, bosques, mineras, playas, edificios de departamentos en ciudades del país, o el control de puertos, carreteras, aduanas o colonias donde se hacen jugosos negocios legales e ilegales.Ayotzinapa desnudó al Estado mexicano al interior y el exterior del país. Nunca como este año un gobierno de México había sido tan escrutado y denunciado prácticamente por todos los organismos internacionales de derechos humanos.Lamentablemente, la sombra de Ayotzinapa sigue oscureciendo todo el país. Las grandes manifestaciones de solidaridad no han sido suficientes para detener la violencia y la guerra en contra de la población. A lo largo de este año continuaron la desaparición de personas en todo el país y 2015 será el año más violento de lo que va del sexenio con casi 18 mil asesinatos violentos. Las fosas clandestinas siguen apareciendo en todo el territorio y el Estado, en lugar de asumir sus compromisos en contra de la desaparición de personas, da pasos en contra de la solución del problema: en Jalisco se entregaron cenizas de cuerpos supuestamente de desaparecidos; en Morelos se enterró en fosas clandestinas a 150 cuerpos no identificados; y el gobierno de Peña Nieto retrasó la aprobación de la ley contra la desaparición forzada.Se confirma así que desde el Estado no se puede esperar nada para enfrentar la guerra que se despliega en contra de la población. La sombra de Ayotzinapa estuvo presente a lo largo de este año. Desde abajo, desde la organización de las víctimas y desde la solidaridad no instrumental, habrá que encontrar las acciones necesarias para despejar esta sombra.