Lunes, 19 de Mayo 2025

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1 año sin 43… y miles más

Por: Rubén Martín

1 año sin 43… y miles más

1 año sin 43… y miles más

Ojalá no hubiera hoy una acción global por Ayotzinapa. Ojalá no se hubieran organizado miles de actos de toda escala, desde las megamarchas hasta la instalación de las 43 sillas vacías en las escuelas, en cientos de ciudades de México y el mundo. Ojalá los padres de los 43 ausentes de Ayotzinapa no hubieran ayunado en recuerdo de sus hijos. Ojalá nunca hubieran llegado expertos internacionales a revisar y desechar una “verdad histórica” oficial construida con mentiras. Ojalá los zapatistas no saludaran el dolor y la rabia de los padres de los normalistas y de miles de padres y madres más que están buscando a sus hijos por todo el país.

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Ojalá Carmen Mendoza, madre del normalista Jorge Aníbal Cruz, no hubiera dicho: “Esa gente tiene la sangre helada. Su mirada lo dice todo”, al salir del encuentro con el Presidente. Ojalá las madres de los normalistas ausentes o asesinados nunca se hubieran encontrado con las madres de los otros desaparecidos de Iguala o Jalisco y se hubieran reconocido como “hermanas del mismo dolor”. Ojalá nunca hubiera ocurrido la noche de Iguala y Ayotzinapa fuera únicamente referencia de normalistas politizados y no un espejo más de la violencia y barbarie que ahora reinan en México.

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Pero no fue así. La masacre y desaparición de normalistas de Ayotzinapa ocurrió en Iguala y un año después estamos no sólo sin encontrar a los 43, sino también a miles más de desaparecidos. Cada día, en promedio, once mexicanos desaparecen, muchas veces por los tentáculos del mismo Estado.

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La desaparición de personas se ha convertido, además de un método de represión política, en uno de los grandes negocios capitalistas de la actualidad. En mala hora vivimos los tiempos de la acumulación por despojo y por desaparición. Ninguno de estos grandes negocios funciona sin la protección o participación del Estado.

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Pero Ayotzinapa no es solamente ese espejo de desapariciones y barbarie, es también un movimiento de enorme solidaridad de abajo y entre los de abajo que produce la esperanza de que entre todos terminemos esta barbarie.

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Ayotzinapa no son esperanzas al futuro, sino cambio político inmediato. El movimiento de solidaridad con Ayotzinapa fue la tumba de la legitimidad para Peña Nieto y su proyecto de modernización capitalista desde arriba.

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Ayotzinapa ha sido una venda de los ojos que se quita a cientos de miles de mexicanos. Gracias a este movimiento, ahora son muchos más los que han dejado de creer en la ilusión de reconstruir este país a través de los partidos, las elecciones y el Estado. Todo el entramado liberal es parte del problema, no la solución. Y los padres de Ayotzinapa, acompañados de los normalistas, se han convertido en un ejemplo de dolor, pero también de rabia y dignidad que lucha con coherencia, sin venderse, por encontrar a sus hijos y todos los desaparecidos del país. Y en el camino de buscarlos, reconstruir el país desde abajo.

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