Es curioso: hasta antes del América-Pumas del jueves en el Azteca, estaba muy difundida la versión de que los dados, de cara al desenlace del Torneo de Apertura, estaban cargados… Está escrito: basado en el antecedente de que en el partido de ida de cuartos de final, entre América y León, un error arbitral —del que ya se ha hablado hasta la saciedad, lo mismo para tratar de interpretarlo seriamente que para asegurar que “el futbol es una mafia” y el “juego limpio” una patraña—, había quien daba por descontado que los silbantes llevarían al América, de la mano, hasta el título. Y, venido a ver…*Sin pretender calificar de perfecto al arbitraje de Fernando Guerrero (Manoella Torres nos recuerda, cantando, que “lo perfecto es inhumano”—, lo más probable es que haya consenso entre los analistas serios (que también los hay), en que el silbante obró rectamente, en general, en las tarjetas que mostró a los jugadores; que acertó en las dos amarillas que le mostró a Pablo Aguilar; que la expulsión del zaguero del América (ojo: ¡del América!) fue irreprochable; que ese hecho fue un parteaguas en el partido, porque lo inclinó a favor de los “Pumas”; que la segunda expulsión —la de Samudio— también fue justa; que la consecuencia fue el desplome del América; finalmente, que lo más probable es que el estrepitoso 3-0 sea irreversible… y que el título del Torneo de Apertura sea de cualquiera de los sobrevivientes… excepto del América.*El penalty que, en el otro partido del jueves, decretó Luis Enrique Santander, se pareció al del América-León de la semana anterior. Acaso no fue “clavado” —chapuza, simulación por lo tanto— de Aquino… pero tampoco fue la falta flagrante de Rojas que el silbante creyó ver y, por consiguiente, sancionó. Menos mal que Talavera, agigantado, en plan de aportar una prueba más de que es, hoy por hoy, uno de los mejores porteros mexicanos, se vistió de héroe y detuvo el disparo de Juninho… (Alguien, en el estadio o frente al televisor, habrá musitado: “Justicia inmanente”).*“Es curioso”, decíamos al principio. Y no tanto porque se difundan versiones maliciosas acerca de las “movidas chuecas” o “partidos arreglados” que supuestamente abundan en el deporte, sino porque quienes sostienen a rajatabla la malévola hipótesis, se resisten a salir de la cloaca que, según ellos, es el futbol…
