Las declaraciones del presidente de la Federación Mexicana de Futbol, Justino Compeán, en el sentido de que “la única forma de que la Selección Mexicana se saque la espina de la mala eliminatoria mundialista” que tuvo, será “siendo protagonista en la Copa de Brasil 2014”, son un ejemplo perfecto de perogrullada. Recuerdan, por alguna misteriosa razón, al tipo que, tras cavilar un buen rato acerca de la pobreza en que estaba sumido, vio, de repente, la luz: —¡Ya sé —exclamó—: me vuelvo rico, y asunto arreglado! * El seleccionado mexicano, en efecto, llamaría la atención si, tras fungir como “extra” en la eliminatoria mundialista de su zona geográfica, pusiera el cascabel, ya en el Mundial, a algún gato que se le atravesara en el camino. Después de todo, a Brasil ya le ha ganado varias veces; alguna de ellas —en un amistoso previo al Mundial de 1970—, en el mismísimo Maracaná en que volverán a enfrentarse en junio próximo; otra vez, en alguna Copa Confederaciones; otra, con un campeonato mundial de por medio, en la final del Sub-17 en que Giovani dos Santos y Carlos Vela —miembros distinguidos de la “legión extranjera” que tiene el futbol mexicano en Europa— jugaban, literalmente, “como brasileños”; la más reciente, en la final de los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres. En fin… * Lo endemoniado del asunto estriba —lo advierte el adagio— que “del dicho al hecho hay un largo trecho”… Decir que México tendría que conseguir algo extraordinario en el Mundial, es una cosa; hacerlo…, otra muy diferente. Hay que insistir en que el fracaso que fue la participación mexicana en la eliminatoria zonal, no se debe a la manifiesta incompetencia de Chepo de la Torre o Víctor Manuel Vucetich, ni la obtención del boleto a que Miguel Herrera sea un alumno distinguido de la escuela de Mandrake el Mago. * Si a los entrenadores nacionales que estuvieron al frente del “Tri” durante la eliminatoria se les hizo bolas el engrudo, es porque en México se sobreestima tanto a los futbolistas que militan en equipos europeos (ninguno de ellos en calidad de figura, por cierto), como a los que fungen como simple relleno del pastel en los equipos locales. Los técnicos son como los cocineros: con frijoles y tortillas, pueden aspirar a hacer tacos de frijoles… Pato a la naranja, con esos ingredientes, jamás.
