Lunes, 21 de Octubre 2024

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-Maciel

Por: Jaime García Elías

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Marcial Maciel, a diferencia de El Cid, sigue perdiendo batallas… después de muerto.

-II-

La más reciente: ayer, en Roma, los Legionarios de Cristo —la congregación religiosa fundada por el sacerdote mexicano que labró cuidadosamente, golpe a golpe, mentira a mentira, el pedestal destinado para su estatua de cuerpo entero, coronada por la aureola de la santidad— emitieron, por fin, el documento en que piden perdón, a la sociedad y a quienes hubieran sido directamente agraviados, por “los gravísimos e inmorales abusos” de que Maciel hizo víctimas a “seminaristas menores de edad”, así como “por los actos inmorales con hombres y mujeres adultos”, por “el uso arbitrario de su autoridad y de los bienes” donados a su congregación por personas piadosas, ingenuas, bien intencionadas”, etc.

Ese etcétera, por cierto, incluye todos los ominosos asuntos por los cuales Maciel fue señalado directamente ante el Papa Juan Pablo II, en acusaciones que merecieron dos tipos de respuesta: o la aseveración de que se trataba de “calumnias”, “infamias” y similares, por parte de los Legionarios, o el desdén del pontífice (inminente santo, además). Éste, para subrayar el crédito que daba a la palabra de las víctimas, la compasión que su dolor y su vergüenza le merecían, y, por otra parte, el afecto que a Maciel le profesaba, le dedicó una frase que —si las cosas no hubieran tenido un viraje de 180 grados en el pontificado de Benedicto XVI— hubiera quedado a la medida, en la inscripción del pedestal a que aludíamos líneas arriba: “Guía eficaz de la juventud”.

-III-

Antes de pronunciarse —como lo hizo finalmente—, ya como Benedicto XVI, por la virtual reducción de Maciel al estado laical y al ostracismo, el entonces cardenal Josef Ratzinger hizo, en la Universidad Católica de Murcia, en abril de 2002, esta declaración: “Estoy convencido de que la presencia mediática constante de los pecados de los sacerdotes, es una campaña planeada (…). Hay un deseo expreso de desacreditar a la Iglesia”. La frase viene al caso porque, un día antes del “mea culpa” de los Legionarios por los pecados de su fundador, la ONU hizo una reconvención a la Iglesia Católica, por encubrir sistemáticamente a los clérigos que incurrieron en actos de pedofilia… y la Iglesia trató, a base de grotescas chicuelinas verbales, de escurrir el bulto.

Curioso, pues: el que enseña que quien roba o difama está obligado a restituir, se resiste a practicar lo que predica.
 

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