Sigue siendo cierto, por lo visto, que “en el futbol mexicano, cualquiera le gana a cualquiera”…Los ejemplos más típicos, este fin se semana, se produjeron en la capital del país y en Morelia: allá, porque el América, en el reciclaje —20 años después— de Ricardo La Volpe como técnico, hizo honor a la conseja de que “equipo que estrena entrenador, gana”, a costillas de los “Pumas”; en la antigua Valladolid, porque el Puebla, que perdía por 2-0 cuando estaban 11 contra 11, terminó venciendo al Morelia (3-2) a partir de que se quedó con 10 contra once.*Dentro de esa misma tónica, de hacer cera y pabilo con los pronósticos de los simples aficionados y de hacer quedar mal los análisis, asaz sesudos, de los “expertos”, Guadalajara y Atlas dieron sendas campanadas resonantes: los rayados al volver al buen camino, luego de dos jornadas con resultados adversos, venciendo, en calidad de visitante, al Veracruz; los rojinegros, al reconciliarse con la victoria, tras cinco fechas con más aportaciones de arena que de cal, a costillas de un Monterrey que, por el plantel de que dispone y por sus recientes galardones, está para quitarle el hipo al más pintado.*Que la inconsistencia sea característica de la generalidad de los equipos mexicanos, permite tomar con cierta naturalidad resultados como los que se apuntan —y que constituyen sendos atentados a la lógica—… pero dificulta hacer vaticinios acerca de lo que vaya a suceder en la recta final del Torneo de Apertura, en la subsiguiente “Liguilla” y, por supuesto, en el desenlace de la misma.Vaya: si hasta en partidos como el “Tigres”-Cruz Azul, en que se daba por descontado que los locales descuartizarían a unos “Cementeros” empeñados en enriquecer el catálogo de sus exhibiciones de inoperancia, hubo consenso de los observadores en que los visitantes estuvieron mucho más cerca de la victoria que los locales —líderes invictos, además, del certamen—, nada tiene de sensacional que ocurran episodios como los del viernes en Veracruz y el sábado en el Estadio Jalisco, en los que queda la sensación de que aquí es muy común que los patos le tiren a las escopetas, y que toda la sabiduría del mundo puede condensarse en la frase de la señora del estanquillo de la esquina: –En este negocio del abarrote, a veces se gana y a veces se pierde…
