— “Diablito”

Se platicaba como chiste; algunos, sin embargo, lo interpretaban al pie de la letra. Era la advertencia que se hacía a los valientes que se atrevían a incluir a México en el itinerario de sus viajes: —¡Cuidado, porque ahí te roban los calcetines sin quitarte los zapatos…! —II— Un buen amigo refería la experiencia de un viaje a Europa. En Berlín se enteró de que un concierto de la Orquesta Filarmónica local —la del legendario Karajan— coincidía con su visita a la ciudad. Acudió al teatro, con la remota esperanza de conseguir algún boleto… En efecto: las localidades estaban agotadas desde hacía meses… Sin embargo, apareció una lucecita de esperanza al final del túnel: un boleto adquirido por un residente en Estados Unidos, no había sido recogido. “Si media hora antes del concierto esa persona no aparece —le informó la taquillera—, el boleto es suyo”… Llegada la hora, el comprador del boleto no llegó. La taquillera entregó el boleto al solicitante. Cuando éste quiso pagar, la respuesta fue de antología: —No tiene usted que pagar nada, porque este boleto ya había sido pagado por la persona que no vino por él. —III— Hace años, en vísperas de un partido de futbol especialmente atractivo, el presidente de un equipo tapatío declaró, solemnemente, que no habría reventa… Una persona llamó, de manera anónima, a una estación de radio: —El presidente de tal equipo acaba de declarar que no habrá reventa. Yo soy revendedor, y puedo asegurarle que habrá reventa. Es más: el propio club ha puesto en nuestras manos equis cantidad de boletos. Puedo hacerle llegar algunos boletos para probárselo. O si prefiere esperar al día del partido, sucederá una de dos cosas: o que no haya reventa, lo que demostrará que yo le estoy mintiendo…, o que sí la haya, lo que demostrará que el presidente del club le mintió a usted y le mintió a todo el público. El día del partido… hubo reventa. —IV— Que la directora municipal de Inspección y Vigilancia, en Guadalajara, Verónica Martínez Espinosa, afirme que se detectó duplicidad y hasta triplicidad de boletos —amén, por supuesto, de la consabida reventa— para algunos eventos de los Juegos Panamericanos, da la razón a la voz anónima que, al proponerse en la Cámara de Diputados, hace años, la conveniencia de usar urnas electrónicas para las elecciones en México, exclamó: —¡Ya les pondremos “diablito”…!