Sábado, 24 de Mayo 2025

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- ¡Qué finta, “Cuau”…!

Por: Jaime García Elías

- ¡Qué finta, “Cuau”…!

- ¡Qué finta, “Cuau”…!

La huelga de hambre de Cuauhtémoc Blanco, como protesta por la “injusticia” de quienes promovieron un juicio político con la intención de destituirlo como alcalde de Cuernavaca, Morelos, a la hora de la verdad resultó tan efímera como ciertos propósitos de Año Nuevo: 36 horas de ayuno… “y a otra cosa, colorida y volátil mariposa”.

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-II-

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Cuando se dio la noticia de que el ex futbolista se instalaba primero en la plaza frontera y después en una banca del interior de la Catedral que fuera sede episcopal, entre otros, de Sergio Méndez Arceo y Juan Jesús Posadas Ocampo, la prensa nacional y aun algunos medios internacionales le dedicaron titulares importantes…

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Era comprensible. Por principio de cuentas, se trata de una figura pública, si bien la fama de “Cuau” está más vinculada con su trayectoria como futbolista que con su historial, incipiente aún, como “servidor público”. Después, su desplante encaja en el contexto de las pugnas que suelen darse en los pestilentes meandros de la política, unas motivadas por la corrupción, otras inspiradas por la envidia. Finalmente, se trataba de una huelga de hambre. Y aunque pocas veces se llega, en esos casos, a las últimas, funestas consecuencias, cualquiera entiende que se trata de un recurso extremo de un ciudadano de principios tan sólidos y de convicciones tan profundas, que no vacila en aferrarse a los primeros y en defender las segundas, aun a costa de su propia vida.

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-III-

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En el caso, el meollo del asunto estriba en que los promotores del juicio político contra Blanco argumentan su inelegibilidad para el cargo, supuestamente porque el ex futbolista no residía en la ciudad que de hecho ya gobierna, amén de ausentismo a sus labores y violaciones a la ley tales como la aceptación de donaciones en especie para obra pública, sin cubrir los requisitos mediante los que se trata de evitar que constituyan un soborno, procedan de recursos ilícitos o lleven una doble, perversa intención. Señalamientos, todos ellos, que, para efectos legales, sólo se desvanecen aportando las pruebas correspondientes, y no mediante un gesto simbólico pero desprovisto de validez jurídica como la huelga de hambre.

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Huelga de hambre que en el caso, por lo visto, se limitó a ser —como tantas que hizo y que tanta celebridad le dieron en sus años de futbolista profesional— una finta (“ademán o amago que se hace con intención de engañar a uno”, según el diccionario).

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Lo dicho: “Genio y figura…”.

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