Si, como dijo un pensador, “ser cristiano es parecerse a Cristo”, ¿qué será más cristiano: orar por el prójimo en desgracia, o tenderle la mano…?Por supuesto, sería necio descalificar la posición del arzobispo primado de México, Norberto Carrera, al solicitar a los feligreses, en su homilía dominical, “orar por los migrantes obligados a dejar su lugar de origen en busca de nuevas oportunidades, o por las amenazas de violencia”. Nadie pondría la menor objeción a la plegaria complementaria: “Te imploramos —dirigiéndose a Dios— que le proporciones un refugio seguro”.Sin embargo, es notoria la diferencia entre esa actitud y la del Papa Francisco. Este último, en alusión a “la tragedia de miles de prófugos que (ahora mismo) huyen de la guerra y el hambre (de Siria hacia cualquier lugar de Europa), hizo un llamado “a las parroquias, a las comunidades religiosas, a los monasterios y santuarios de toda Europa”, para que cada una de ellas acoja a “una familia de refugiados”. Para dar el ejemplo, tras citar un pasaje del evangelio de Mateo (“Todo aquello que hicisteis a uno solo de mis hermanos más pequeños, me lo habéis hecho a mí”); de enfatizar que “Misericordia es el segundo nombre del Amor”, y de decir que “Hay que darles (…), no sólo decirles ‘¡Ánimo, paciencia!’…”, señaló que las dos parroquias romanas adscritas al Vaticano, aunque podrían hacer una emotiva exhortación a los feligreses, a elevar plegarias para que Dios allane el camino de los infelices que huyen de su tierra –con lo cual es probable que los primeros quedaran en paz con su conciencia, creyendo haber dado testimonio de amor al prójimo--, irán más lejos: acogerán, cada una, a dos familias durante los próximos días.*El anuncio del Papa, por lo demás, se produjo unos cuantos días después del que hizo acerca de que, en el próximo año jubilar, los sacerdotes tendrán la potestad de perdonar el aborto. No, como dijo algún despistado, que “el aborto ya no será pecado”; sí que las mujeres “a las que queda de por vida una cicatriz en el corazón” por haber resuelto una situación dramática cometiendo un pecado cuya absolución —según las normas de la Iglesia— se reserva al obispo, lejos de ser doblemente victimizadas dificultándoles la reconciliación con su conciencia, serán absueltas excepcionalmente si, contritas, acuden a un sacerdote.Leonardo Boff (teólogo brasileño condenado al silencio por la Iglesia Católica, por sus prédicas al margen de la ortodoxia) dijo alguna vez que “La Iglesia sólo volverá a ser cristiana cuando hable el lenguaje de los barrios miseria, y no la de los ‘Palacios Apostólicos’ de Roma”.Fue profeta.