Martes, 20 de Mayo 2025

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- ¡Ah, raza...!

Por: Jaime García Elías

- ¡Ah, raza...!

- ¡Ah, raza...!

Pues no será “flagrante”, como dijo el alcalde Enrique Alfaro Ramírez (flagrante significa “que se está efectuando actualmente”, o “tan evidente que no necesita prueba”), pero sí es llamativo a todas luces, y hasta escandaloso si tantito se le rasca, el hecho de que, al hacer cuentas de los bienes que el Ayuntamiento que hace tres meses entró en funciones, debió recibir de la anterior administración, hubiera un faltante de alrededor de 700 objetos —desde sacapuntas hasta escritorios—, entre los cuales 35 automóviles modelo 2015, que fueron adquiridos para el uso de funcionarios de la comuna.

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-II-

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En efecto, parece demasiada coincidencia que 35 de un total de 45 automóviles en los que a principios del año se invirtieron fondos públicos y se asignaron a empleados del Ayuntamiento, para acrecentar su eficiencia en sus funciones, a la vuelta de unos meses causaran baja del inventario, porque fueron robados. Lo mismo puede decirse de la circunstancia de que, en casi todos los casos (¿o sin el “casi”...?), el latrocinio ocurriera a las puertas del domicilio del funcionario a cargo del vehículo.

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Llama la atención, de entrada, que el entonces alcalde, Ramiro Hernández García, hiciera ocasionalmente declaraciones triunfalistas acerca de la medida en que se había inhibido la comisión de determinados delitos —el robo de vehículos, entre ellos—, merced, obviamente, a la diligencia, profesionalismo  y eficacia con que operaban los cuerpos policiacos a su mando... mientras 35 automóviles del municipio cambiaban de propietario por esa vía tan expeditiva.

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Tampoco queda claro si, en efecto, el patrimonio municipal se vio menguado por ese hecho, considerando que lo normal hubiera sido, primero, que los automóviles estuvieran asegurados; segundo, que los robos fueran denunciados de inmediato; y tercero, que, en el plazo que los contratos establecen, las empresas aseguradoras hicieran al Ayuntamiento los correspondientes reembolsos.

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-III-

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El asunto, en efecto, exige la presentación de las denuncias correspondientes —sobre todo si, como se apunta, el patrimonio municipal sufrió una mengua—, y amerita una investigación, porque recuerda, de alguna manera, el chascarrillo de los náufragos que llevaban varios días a la deriva, en alta mar, a bordo de una balsa.

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Uno de ellos, al despertar, descubre que ya no está el pedazo de pescado crudo que había guardado de la “cena” de la víspera.

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—¡Me robaron mi pescado! --exclama.

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—¡Ah, raza...! --musita, justamente indignado por la maldad humana, su compañero...

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