Lunes, 03 de Noviembre 2025
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Polémica contra indiferencia

Por: EL INFORMADOR

Las opiniones vertidas por diferentes sectores de la sociedad en las últimas semanas, respecto a la presencia de imágenes de líderes sindicales en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, deja de manifiesto una verdad inobjetable: la intensa participación ciudadana sobre las decisiones de gobierno.

El historial de la ciudadanía en cuanto a su injerencia, reacción y acción en Jalisco es muy reciente y con una alta tendencia en temas político-partidistas. No así en temas que rozan o se incrustan en el rubro cultural, área en la que se ubicaría la colocación de monumentos y esculturas, como es el caso.

Más allá de la discusión, debate, polémica o cualquier otro término que implica discrepancia, sobre el acierto o desacierto de "llevar a la Rotonda" a Francisco Silva Romero y Heliodoro Hernández Loza, lo que quiero señalar en estas líneas es la sensibilidad de la sociedad para reaccionar ante un hecho que considera trascendente.

El hecho -la reacción ciudadana- no es por razones políticas, a pesar de tratarse de dos líderes sindicales; tampoco guarda causas partidistas pese a la presencia inherente del Partido Revolucionario Institucional a través de los homenajeados; y no responde a motivos de negociación cupular previa a periodo electoral, aunque se haya dado a escasos meses de las elecciones.

La reacción de la ciudadanía -que bien se ha podido leer, ver y escuchar en la prensa como se puede atestiguar, ahí, frente a las mismas estatuas, con injurias y lenguaje folclórico- es intrínsecamente cultural: la decisión del gobierno, en apariencia limitada a un protocolo y a un simbolismo que no va más allá del ornamento en una plaza pública, ha trastocado los valores cívicos, humanistas, culturales y artísticos en los que la sociedad jalisciense y particularmente la tapatía han creído y aceptado, con base en el imaginario popular que significa esa especie de cementerio ejemplar que es la Rotonda.

Trastocar los valores de una sociedad es provocarla. Cuestionarla. Propiciar su reflexión. En una palabra, perturbarla. Tarea inherente del artista. Me pregunto si también del gobierno, cuando éste debería salvaguardar el orden y generar confianza con sus actos, con sus decisiones, a partir de una demanda ciudadana. El objetivo de hacer participar a la ciudadanía se cumple. Y eso ya amerita celebrarlo. El deber oficial es atender a sus peticiones. ¿También lo celebraremos?

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