Martes, 28 de Octubre 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Purgatorio

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Dice bien Gerard Piqué, jugador símbolo (como Messi, como Iniesta, como Puyol...) del Barcelona que en un plebiscito espontáneo ha conseguido, casi por unanimidad, el reconocimiento, hoy por hoy, como el mejor equipo del mundo: “Los equipos, aunque pueda parecer injusto, sólo dejan huella por los títulos que ganan”...

Aunque sin ellos pueda escribirse literatura --ciencia ficción, por ejemplo--, la historia, en efecto, sólo se escribe a golpe de títulos.

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En lo que Santos Laguna y Toluca empiezan a despejar la suprema incógnita del Torneo Bicentenario (premundialista y, por tanto, anómalo), el equipo que mandaba en el campeonato hasta antes de la fecha en que todos los participantes tuvieron que pagar la cuota acordada para que el futbol mexicano esté representado con la mayor dignidad posible en el Mundial que ya asoma a la esquina, sigue haciendo en la Copa Libertadores lo que, por obra y gracia de las ya señaladas circunstancias, fue incapaz de hacer en la competencia doméstica.

El Guadalajara, la noche del martes, dio a sus simpatizantes un anticipo de las penas que les aguardan en el Purgatorio. El partido ante el Libertad de Asunción, como el que dos semanas antes habían disputado ante el Vélez Sarsfield en Buenos Aires, fue un calvario de 90 minutos --más cinco de compensación-- que parecieron eternos.

Después del primer gol de los guaraníes --por ahí de los 20 minutos de juego-- e incluso del segundo, a la vista de la absoluta inoperancia de las “Chivas” en el aspecto ofensivo, aun cuando habían conseguido equilibrar en el aspecto táctico el trámite del encuentro, tanto los incondicionales de la causa como los observadores imparciales coincidían en que había tiempo suficiente para que el Guadalajara pagara, con creces, con la penitencia de la humillación incluso, el atrevimiento de haber ganado el partido de ida con un 3-0 a favor que excedía holgadamente las previsiones más optimistas.

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Fue la de los rayados, esa noche, una defensa heroica. Fue, la de Liborio Sánchez, a despecho de su propensión a alternar, en dosis equitativas, las de cal y las de arena, una actuación consagratoria: sus yerros no se reflejaron en el marcador; sus aciertos, sí.

Señal --independientemente de lo que suceda en las siguientes etapas del certamen-- de que Dios, la otra noche, en uno más de sus designios inescrutables, decidió volver a ser “Chiva”.

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