Mahler, genio trendy

GUADALAJARA, JALISCO (17/AGO/2011).- No hay director serio dedicado al repertorio sinfónico que no lo incluya en sus programas. Y menos este año, dedicado a él y a todo su universo. Algunas de las principales orquestas del mundo como las de Nueva York, Berlín, Londres, Viena y San Francisco lo han incluido en los primeros lugares de sus repertorios, y las más importantes ciudades europeas lo han homenajeado con ciclos y festivales. Se trata de Gustav Mahler, el genio que en su época no era considerado tal y que hoy, podría decirse, está de moda.

Las orquestas mexicanas no se quedan atrás, especialmente la Sinfónica de Minería, dirigida por Carlos Miguel Prieto, que ha dedicado este y el verano pasado a interpretar la totalidad de su obra, compuesta por 9 sinfonías completas y una inconclusa (la décima).

Este renacimiento de Mahler no es ninguna casualidad, y se debe en gran parte a los aniversarios del nacimiento y muerte del músico, ya que en 2010 se conmemoraron 150 años de su llegada al mundo en Kalischt, Bohemia (hoy República Checa), y el 18 de mayo de 2011 un siglo de su partida en Viena, causada por una endocarditis irreversible a la temprana edad de 51 años.

Efemérides aparte, Gustav Mahler se ha posicionado en los últimos años como uno de los compositores más interpretados del mundo.





Triplemente extraño

Pero esto no siempre fue así. De hecho, Mahler es uno de esos artistas incomprendidos en su época, y no fue hasta el último cuarto del siglo XX que su influencia comenzó a extenderse más allá de pequeños círculos intelectuales y que se empezó a vislumbrar su verdadera trascendencia.  

Nacido en el seno de una familia judía en Bohemia, Gustav Mahler pasó toda su vida sintiéndose ajeno a pesar de su increíble virtuosismo musical, y él mismo solía decir: “Soy tres veces extranjero: un bohemio entre austriacos; un austriaco entre alemanes y un judío ante el mundo. Un intruso en todas partes, nunca bienvenido”.

Estudió en el Conservatorio de Viena y fue ahí donde comenzó su carrera musical, pero siempre sufrió el desprecio por su condición de judío. Incluso tuvo que convertirse al catolicismo para ser nombrado director de la Ópera Imperial de esa ciudad, puesto que ocupó de 1897 a 1907, y que contribuyó a transformar a Viena en uno de los escenarios musicales más importantes de Europa.

Si tuvo un reconocimiento en vida fue precisamente por su obsesión perfeccionista como director de orquesta, la cual lo llevó también a estar al frente de la Ópera de Leipzig (1886-1888), la Ópera Nacional de Hungría en Budapest (1888-1891), la Ópera del Estado de Hamburgo (1891-1895) y la Filarmónica de Nueva York en sus últimos años de vida (1907-1911).

 Sin embargo, sus obras como compositor fueron controvertidas y despreciadas, y todavía en los años cincuenta del siglo pasado, cuando la música de Mahler hizo sus primeras incursiones en los auditorios, la gente consideraba sus sinfonías demasiado largas y aburridas.

 La revalorización del compositor fue lenta, y en gran parte de vio retrasada por el auge del nazismo en Alemania y Austria, puesto que Hitler –que siempre odió a Mahler por su condición de judío— hizo todo lo posible por relegarlo al olvido. Incluso mandó quitar su nombre de una calle vienesa para rotularla con el de una ópera de Wagner: Los Maestros Cantores.

 No sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial que el legado musical mahleriano comenzaría a crecer.

Tendencia Mahler

En 2010, la editorial de partituras Universal Edition abrió en su página web el blog Gustav Mahler 2010/2011 ( www.mahler.universaledition.com), destinado a recoger testimonios de directores especializados en el repertorio del compositor bohemio.

 Uno de los entrevistados, el también compositor y director de orquesta Pierre Boulez, recuerda que no fue hasta mediados de la década de los sesenta cuando se dio el inicio de la ‘tendencia Mahler’, ya que antes de eso era casi desconocido –incluso en Inglaterra—y se había tocado muy poco. Para el francés, el éxito de Mahler comenzó realmente con Leonard Bernstein, otro músico norteamericano quien también fuera director de la Filarmónica de Nueva York, y que según Boulez, hizo popular a Mahler en Estados Unidos.

Además del factor meramente musical, otros personajes contribuyeron mediante sus obras, a elevar la popularidad del músico. Uno de ellos fue el intelectual alemán Theodor Adorno, quien en 1960 publicó un libro titulado: ‘Mahler. Una fisiognómica musical’, en el que el filósofo iniciador de la Escuela de Francfort fue más allá del análisis convencional, para tratar de entender la música mahleriana a través de distintos factores en la vida del compositor: desde su carácter, hasta su entorno histórico, filosófico, social y musical.

El cine también se encargó de hacer llegar Mahler a un público mucho más amplio, ya que el adagietto de su quinta sinfonía fue parte de la cinta ‘Muerte en Venecia’, una adaptación de la novela de Thomas Mann llevada al cine por Lucchino Visconti en 1971.

Sinfonías totales

En opinión del director mexicano Carlos Miguel Prieto, “Mahler le dio todo un impulso nuevo a la palabra sinfonía. La volvió algo mucho más personal, más psicológico, más grande”.

 Y es que en efecto, las piezas sinfónicas del compositor bohemio se caracterizan por su monumentalidad y larga duración. Él mismo decía que componer una sinfonía era “construir un mundo con todos los medios posibles”, lo que se refleja en los enormes conjuntos orquestales que se requieren para interpretar debidamente sus piezas, que a su vez se distinguen por su complejidad.

Para el melómano y académico de la Universidad de Guadalajara, Francisco Arvizu, Mahler fue un enorme compositor, que aunque no representó una ruptura, si dejó una obra integral verdaderamente importante para la música del siglo XX. “Su música es transparente, más accesible que la de otros compositores contemporáneos a él. En Mahler tenemos una visión de la melodía llevada a otros niveles, así como el manejo de temas folclóricos y populares de las marchas y los desfiles, que son recuerdos infantiles que se quedaron grabados en sus piezas” reflexionó Arvizu.  

Recordó también que fue a principios de los setenta cuando oyó a Mahler por primera vez en Guadalajara, cuando la orquesta de la ciudad interpretó la Sinfonía número dos en Do menor. Sin embargo, Arvizu apuntó que el verdadero pionero en México en interpretar el repertorio mahleriano fue el director y compositor Eduardo Mata, quien al frente de la Sinfónica Nacional, ofreció un ciclo dedicado a Mahler en 1975.

Tendencias
¿Modas en la música clásica?

Tal vez sea una exageración hablar de modas en la música clásica, ya que precisamente lo clásico es aquello que nunca estará demodé.  

 Sin embargo, como se ha visto con el despertar de Mahler en el siglo XX, es posible descubrir algunos factores que hacen que un compositor tenga más o menos auge durante una época determinada.  

 Lo mismo ha sucedido a lo largo del tiempo con otros criterios en la música culta, tal como los instrumentos, que no siempre han sido los mismos o han evolucionado, así como con las dimensiones de las orquestas o los sistemas de ejecución.

Cambian los gustos

¿Y a qué factores responde la elección de los repertorios en las orquestas sinfónicas actuales? Pues “depende de la ciudad y del director de la orquesta”, opina Carlos M. Prieto, “creo que es difícil decirlo con seguridad porque cambian los gustos, y lo que en Estados Unidos puede estar hasta cierto punto de moda, puede ser completamente desconocido en Europa”, dijo el director de la Orquesta Sinfónica Nacional, entrevistado por este medio.

 Prieto afirmó también que en lo particular, le gusta “hacer un poco de todo, desde Bach, hasta nuestros días”, si bien “este año y el pasado los dos compositores que he tocado más son Mahler y Shostakovich porque estoy haciendo integrales de los dos. Nunca he tenido esta idea del compositor preferido aunque sí hay compositores que me obsesionan como estos dos que te digo, como Mozart, Haydn, Beethoven y Stravinsky”.

A veces no se corren rriegos

Por su parte, Simon Rattle, actual director de la Orquesta Filarmónica de Berlín, afirmó recientemente en entrevista para diario español El País, que en la que es una de las mejores formaciones musicales del mundo, tanto las piezas que se tocan como la frecuencia con la que se hace, se elige de manera democrática entre él y sus 128 músicos de 25 nacionalidades.

En opinión de Francisco Arvizu, este sistema es muy común en los conjuntos europeas que tienen como norma la interactividad entre atrilistas y directores, lo cual se hace muy importante en esta época donde las orquestas ya no están necesariamente subsidiadas por los gobiernos sino que tienen que luchar por ellas mismas.

Y precisamente ese es otro factor que interviene en la elección de los repertorios, pues un escenario de crisis económica “desgraciadamente no se puede arriesgar mucho en las propuestas musicales, sino que las orquestas tienen que responder al mercado de masas y al gusto popular”, afirmó Francisco Arvizu.

Para Saber
En Guadalajara

*En Gandhi:
Sinfonía No. 1. Chicago Symphony Orchestra. Sir Georg Solti. $159.
Sinfonía No. 2. Totenfeier. Royal Concertgebouw Orchestra. Riccardo Chailly. $429.
Sinfonía No. 4. Alan Berg. Renée Fleming. Filarmónica de Berlín. Claudio Abbado. $209.
Sinfonía No. 5 en do menor. Rafael Kubelik. $99
Sinfonía No. 5. Polish National Radio Symphony Orchestra. Antoni Wit. $119.
Sinfonía No. 5. London Symphony Orchestra. Harold Farberman. $99
Sinfonía No. 10. Rudolf Barshai. Junge Deutsche Philharmonie. Brilliant Classics. $139

*En Mixup:
La tienda de Centro Magno tienen todas las sinfonías con distintos intérpretes.