Lunes, 17 de Junio 2024
Cultura | Tema de gran impacto en la industria editorial

Editores y libreros discuten el futuro del libro electrónico

Expertos del libro disciernen sobre la tecnología aplicada en la industria

Por: EL INFORMADOR

En la imagen Manuel Dávila y Ofelia Grande.  /

En la imagen Manuel Dávila y Ofelia Grande. /

GUADALAJARA, JALISCO (27/NOV/2011).- La digitalización del libro es sin duda uno de los temas más presentes en la industria editorial. Para discutir la cuestión, se reunieron el editor de la primera librería digital en México, Manuel Dávila, la editora de Siruela, Ofelia Grande, y el editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor, quienes mantuvieron una conversación bajo la moderación de la escritora y editora de Anagrama, Paola Tinoco.

En un primer momento, cada uno de los invitados expuso sus experiencias en torno al tema.

"Faltan recursos pues la llegada del libro electrónico requiere una inversión sólida", comenzó Manuel, "cuando fundamos Biblits, quisimos ayudar a los editores a sobrellevar esta carga financiera, pero la verdad es que ha sido más un trabajo de evangelización, es decir, de presentar, números, opciones, y decirles 'apuesten ahora'".

"En realidad los editores sabemos poquísimo del libro digital", siguió Ofelia, "y creo que ahora mismo lo que nos toca es un sistema de experimento error hasta que vayamos dando con la fórmula de cómo funciona el tema de lo digital. En Siruela somos firmes defensores del libro digital, no porque pensemos que va a desaparecer el libro en papel, sino simplemente porque es otra vía de transmitir a los lectores los contenidos de los autores, que es la finalidad del trabajo editorial".

"Considerando que todavía tenemos el libro en papel, ¿se tiene que invertir una cantidad importante en el libro electrónico?", preguntó Tinoco a Dávila.

"Es muy extraño que hablemos del libro electrónico como si estuviéramos hablando de una sustancia venida del espacio exterior. A final de cuentas es un libro y requiere la inversión y los tiempos de retorno que requiere un libro. Hay muchas ventajas: no imprimes, no distribuyes, etc. (...). Pero el libro electrónico no va a cubrir las necesidades que una industria no ha podido cubrir con su producto primario. El primer problema es que no hay lectores. Los números de la industria impresa no son los suficientemente optimistas.", respondió.

Añadió que la esperanza es que el libro electrónico logre convencer a más lectores, y "claro que hay que invertir, y muchos editores y muchas librerías no van a sobrevivir, no pensemos que el futuro va a ser promisorio porque no es promisorio el presente (...) la pregunta es quién va a ocupar ese lugar, y todos los espacios que dejemos los va a ocupar Estados Unidos, su industria, sus recursos y sus posibilidades si no se invierte".

Ofelia Grande, por su parte, reivindicó el papel del editor: "Si los editores no somos capaces de convencer a la sociedad de que nuestro papel es importante, que no somos meros intermediarios, y que aportamos un valor añadido, no seremos capaces de convencer a la sociedad de que en el proceso de edición digital va a hacer falta el editor. Muchos auguran que el autor colgará directamente su libro y entonces será la jungla".

Juan Casamayor, quien llegó con retraso al encuentro, estuvo de acuerdo con Grande: "El editor siempre será necesario tanto como el escritor, el lector e incluso el librero en el libro electrónico. Si somos responsables de algo es de iluminar un sector de la creación para que los lectores se acerquen. Ya sea en papel o electrónico esa función tiene que existir, porque si todo vale, los lectores serán los primero perjudicados y no sabrán qué elegir de entre tantas opciones".

Sobre la posibilidad de iniciar o continuar negocios de editoriales y librerías digitales, Ofelia comentó que una buena opción es la especialización en alguna temática. Afirmó también que la principal preocupación de las editoriales es la piratería: "Nos hemos acostumbrado a que lo que está en la red es gratis. Cuando vamos al dentista no cuestionamos pagar lo que nos cobre, pero sí se cuestiona el hecho de pagar por el trabajo de creadores e intermediarios", dijo.

Dávila contestó que él prefiere llamarlo un "consumo cultural alternativo", pues no se puede partir de llamar "piratas" a los clientes, en una situación en que un libro electrónico puede llegar a costar hasta 22 euros. Consideró además que en muchos casos puede haber un consumo posterior a la descarga "ilegal".

En medio de esa acalorada discusión entre los ponentes y la participación del público, llegó el tiempo de desalojar el salón Mariano Azuela.

EL INFORMADOR / EUGENIA COPPEL

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