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Cultura | Después del conflicto armado fue necesario construir una nueva infraestructura

Arquitectura, herencia viva de la Revolución

Después del conflicto armado fue necesario construir una nueva infraestructura acorde a la época, que fuera más allá de la estética

Por: EL INFORMADOR

El prototipo de la arquitectura habitacional pasó de lo churrigueresco y afrancesado,  al estilo funcionalista. EL UNIVERSAL  /

El prototipo de la arquitectura habitacional pasó de lo churrigueresco y afrancesado, al estilo funcionalista. EL UNIVERSAL /

CIUDAD DE MÉXICO (20/NOV/2010).- Cuando Francisco I. Madero, Pancho Villa y Emiliano Zapata se alzaron en armas, probablemente no estaban pensando en cambiar el rostro arquitectónico de México; sin embargo, esta transformación fue una consecuencia inevitable tras la Revolución Mexicana.

El ideario de libertad, educación, casa y salud para todos obligó a la nueva generación de arquitectos a dar respuesta a las necesidades de un pueblo empobrecido que salía de un largo conflicto armado que había aquejado al país por más de una década.

Los estilos churriguerescos y afrancesados, característicos del porfirismo, no daban respuestas a las necesidades de una nueva nación. Así surgieron los grandes arquitectos como José Villagrán, Mario Pani, Juan O’Gorman, Pedro Ramírez Vázquez y otros como Ramón Vargas, director de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA): “Dieron sentido a la Revolución, porque hubo calles, escuelas, hospitales, mercados y vivienda, entonces la gente supo que la Revolución había valido la pena”.
De esta manera, con la Revolución y todo lo que ella representaba, el país se tuvo que darse a la tarea de construir una nueva infraestructura acorde a la época, que fuera más allá de la estética y se encargara de satisfacer dichas necesidades, además, a un bajo costo; a lo que se le denominó “arquitectura funcionalista”.

Louise Noelle Gras, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que “el nacionalismo en la arquitectura se transformó en servicio social, porque estaba diseñada para México y los mexicanos, para sus necesidades. Se trataba de una arquitectura tan mexicana como una pintura de Diego Rivera”.

Sin embargo, esta transición no fue sencilla, ya que tenía que romper con una cultura e idiosincrasia que había sido acuñada bajo otros parámetros. El cambio implicó dejar el exceso de ornamentos por concretos en figuras lineales, migrar al acero y estructuras más prácticas, lo que al final derivó en un nuevo rostro de México, con el cual recibiría más tarde a la bonanza petrolera que comenzó a palparse entre los años de las décadas 30 y 40.

Los ejes de la lucha

Salud, educación y vivienda fueron los tres ejes mediante los cuales la filosofía revolucionaria construyó el nuevo México.

El arquitecto Juan Legarreta, recuerda el especialista Xavier Guzmán Urbiola, fue el “héroe de la vivienda”, pues no sólo edificó construcciones para el trabajador, como el conjunto habitacional La Vaquita, al norte de la ciudad, sino que pensó en la “madre de familia”.

“Entras a una de estas casitas y primero está la cocina, ¿por qué? Pues porque la madre controla todo desde ahí, que los niños están jugando afuera. O que la sala-comedor se convierte en un área para hacer un tallercito por las tardes. Los arquitectos entonces, realmente se abocaron a dar respuestas a las necesidades de la población de entonces”.

Guzmán Urbiola lo explica de esta manera: “Mientras que con Porfirio Díaz se hacía una escuela con cierto presupuesto, O’Gorman construía 25 escuelas”.

Pero uno de los pilares y orgullos en este ámbito fue el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez con su modelo de Aula-Casa Rural, implementado también en países como Italia, India y Brasil, y galardonado con el Gran Premio de la Trienal de Milán. Con él, Ramírez Vázquez acercaba la educación en las comunidades más apartadas, brindando a los maestros un lugar digno para vivir.

En cuanto a salud, fue el entonces secretario Gustavo Baz Prada quien reunió, por primera ocasión, a médicos y arquitectos para buscar soluciones conjuntas a las enfermedades principales de la época.

De ahí salieron los planes para construir el hospital de Cardiología y el de Tuberculosis, en los cuales la arquitectura formaba parte de la curación de los enfermos, al considerar las necesidades de luz y espacio como parte integral de los tratamientos, lo que resultó sumamente vanguardista para la época.

A la mexicana

Los especialistas consultados coincidieron en que la arquitectura de la Revolución buscó su propio estilo. En este proceso, los arquitectos volteaban la mirada a las revistas estadounidenses y europeas, principalmente. Pero hubo quien también encontró su inspiración en la Unión Soviética, la cual, entonces se perfilaba como potencia en el mundo.

Vargas Salguero ubica una primera etapa de la arquitectura mexicana, en los años 20 y principios de los 30, cuya esencia sería la búsqueda de una personalidad propia, a través de la exploración de las nuevas tendencias y el distanciamiento con la corriente porfirista.

Más tarde, asegura Vargas, entre los años 30 a 1942, la arquitectura se topa con una visión más clara y unitaria: “Porque las posturas divergentes del primer momento de búsqueda ya dejaron su simiente. Y ya muy centrada en que la arquitectura debía resolver las modalidades de vivir del mexicano”, explica. “Antes no le preguntabas a la gente cómo vivía aquí, sino que copiabas la obra de otro país”.

Xavier Guzmán Urbiola, antiguo responsable de la Dirección de Patrimonio Inmueble del INBA, dice que con el comunista Hannes Meyer, arquitecto del régimen soviético, dejó sentir la huella de la influencia rusa en México.

Meyer, invitado a México en 1938 por el entonces presidente Lázaro Cárdenas, participó en el plan arquitectónico del país, en un inicio, desde las aulas, dando clases en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional. Y después en la Secretaría del Trabajo, en donde participó en la planeación de la Unidad Habitacional de Lomas Becerra, que alojaría a dos mil familias de trabajadores. Más tarde colaboró en la Comisión de Planeación de Hospitales y en el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas.
Para la especialista Noelle Grass, la pujante economía en el país también ayudó a que la transición cultural dentro de los nuevos rostros arquitectónicos fuera más rápida y eficientemente asimilada:

“Se da de manera más radical después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la economía de México tuvo una mejoría notoria y los clientes han empezado a ver ese tipo de arquitectura en otras partes del mundo y sienten que esta nueva expresión, de los materiales del acero, el concreto, para muchos significa progreso, modernidad y entonces comienzan a demandar ese tipo de arquitecturas”.

En la actualidad

Algo en lo que concuerdan los especialistas consultados es que a diferencia de la época posrevolucionaria, el actual urbanismo y las políticas de Estado para “crear ciudad” dejan mucho que desear.

Para Lourdes Cruz, coordinadora del Archivo de Arquitectos Mexicanos de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, la política urbanística de los primeros gobiernos del siglo XX dieron a México la cara de modernidad, a través de la planeación y la calidad de las construcciones, como “la Condesa, la Roma, llenos de luz, amplios y eran para clase media. Las casitas que miraban a la calle no se quedaban encerradas como las de ahora”.

Para Vargas Salguero, “la arquitectura ha venido a menos” toda vez que ya no considera a sus habitantes para ser construida. “La anarquía del desarrollo es un gran problema. Más allá de Indios Verdes o de Iztapalapa ves los cerros llenos de vivienda precaria”.

Y agrega Cruz González: “El gobierno se ha deslindado de muchas responsabilidades como es la vivienda, en comparación de lo que se hacía antes, ahora simplemente se presta dinero y son los desarrolladores inmobiliarios los que construyen una cantidad de porquerías impresionantes. Sin planeación urbana, en lugares sin servicios, lo que ha provocado que la ciudad crezca sin planeación”.

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