Miércoles, 24 de Abril 2024

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Vivo luego escribo

Mi vida es solo una lucha terca , soy solo defensora del pedazo de eternidad que me ha tocado...“ 

Por: Martina del Río

Vivo luego escribo

Vivo luego escribo

En cuanto el libro se cierra, Martina vuelve a ese otro mundo donde el tiempo es tan solo un hilvanado de instantes, ahí no existen los recuerdos, ni por consiguiente los rencores. 

Lo único importante es representar lo mejor posible nuestro papel.  

Un personaje es bendecido por su misma maldición, el de saber que jamás será capaz de decidir, podrían hacerlo, pues no imaginas los alcances de los cerebros recreados, tan listos son, que para todos esos dolores inventados, y todas esas vivencias a las que se le somete a través de la historia tienen una infalible solución; escuchar a la voz de esa tinta que corre por sus venas. 

Yo... personaje. 

Yo... persona.

¿Quién es más real, la que vive en un universo que se rige por las leyes de la magia, o la que ha crecido bajo esas normas que le dicta su supuesta realidad? 

En cuanto a mí confiere, me atengo a la historia, mi libertad se esconde y la encuentro entre renglones.

Pasan las hojas, y sigo siendo yo,Martina, la mujer que sufre por amor, la que busca darle, sino sentido, si un poco de consuelo a un existir que le ha llegado por error. 

Por más que me leas nunca sabrás todo sobre mi. La existencia sin existir de un personaje es demasiado complicada, estoy condenada a encontrarme profundamente enamorada de un hombre que como yo tampoco existe, pero que hace sentir más viva a esta persona que me escribe. Ella me inventa amores de todo tipo, más cuando nadie me lee, puedo jugar a enamorarme con alguno de esos que habitan y comparten mi mundo de los sueños. La otra tarde me acerqué al callejón donde Anais Ninn escribía sus poemas, ahí justamente me topé con él, un hombre que no era Henry Miller, pero la misma malicia se reflejaba en el fondo de las pupilas. No sucedió nada extraordinario. Le sonreí, él se siguió de largo, algo qué pasa muy seguido por acá, los que suelen interpretar a un seductor, están ya aburridos de tanta conquista, yo tampoco tenía intención de conquistarlo , tan solo se despertaron en mi unas ganas terribles de seguirle sonriendo para siempre. Así es también la vida detrás de los libros, las cosas son como son. Julia me enamora de un músico, un pianista, lo inventa tan mágico y lleno de notas, de vida y de miedos que termina por volverme loca, un hombre imaginado en el que pienso aún sabiendo que tan solo existe en algunos de los capítulos de esta historia inventada que es mi vida. Un romance que comenzó una tarde en el segundo párrafo de la página marcada con el número 19, aquella primera vez que escucho esas notas que se colaban del piso de abajo a través de la madera.

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