Sábado, 20 de Abril 2024

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Vivo, luego escribo

Por: Martina del Río

Vivo, luego escribo

Vivo, luego escribo

Soy una idea que tú percibes, lo que creo ser, eso que quiero proyectar y lo que no deseo que veas. 
Soy la que pienso que tú ves y por consiguiente, soy también esa otra que tú descubres.

¿Alguna vez te has sentido el personaje de una novela drama-cómico-romántica, llena de misterio y efectos de ciencia ficción, que más parece cuento de hadas surrealista, que la búsqueda de una mujer de 35 años que se ha visto sumergida precozmente en la crisis de los cuarenta, sin haber trascendido del todo la etapa de la adolescencia?

Yo sí.

Soy un personaje, literalmente soy el álter ego de una mujer que anhela convertirse en una gran escritora y que vive y se busca a través de mí.

No podrías imaginar lo complicado que es ser la interlocutora de esta loca divorciada cuarentona que no termina nunca de encontrarse, y por consiguiente vive dándole rienda suelta a su imaginación.

Para que te hagas una idea; en estos últimos años me puso a estudiar el Tarot de Marsella, me ha hecho asimilar cada una de las frases de los libros de la sección de autoayuda, me lleva a todo tipo de terapias, alguna vez me depositó en la puerta de una casa blanca sobre la calle de Reforma, donde Mario, un mago-curandero-abusador , terminó proponiéndome como terapia, cosas no aptas para contarse en una presentación. Ha incluido en mi rutina semanal torturas chinas que me llenaban el cuerpo con agujas y me dejan la espalda llena de círculos morados a causa de las ventosas.

Una de mis características es ser muy comunicativa, y me ha dejado encerrada por días en retiros de silencio. Me hace beber de más, y luego le llega la culpa y decide que es tiempo de que vaya a AA (lo agradezco). Me sugiere que medite y me deja sentada ahí por horas.

Para remover karma me ha rellenado con un alma que disfruta de dar. Corro más que Forrest Gump , y para que no enflaque ha decidido que tome asquerosos licuados de proteína, gracias a Dios no le da por lo vegano.

He visitado a “iluminados” en el extranjero y para ver si consigo lo que ella no ha logrado, hablar con su madre que murió hace años me ha presentado con los más famosos médiums del país.

He bailando ocho horas diarias en una playa nayarita durante dos semanas para certificarme como guía en bailes trascendentales.

Voy a un grupo de mujeres que dicen ser brujas y que aseguran soy  una de ellas.

No se cansa de encontrarme medias naranjas, sandías, fresas, uvas... Agradezco profundamente su buen gusto, y el que le dé lo mismo tanto la edad, la nacionalidad, o si es ingeniero, empresario, arquitecto, cineasta, pianista o emprendedor.

Me imagino que le parecen divertidos los ayunos ya que no es ella quien los hace.

¿No será algún tipo de venganza el que me llene la cabeza de ideas espontáneas, como aquella ves que en plena madrugada llevé a la emperatriz de Lavapiés a despedirse de su escritor Jorge F . Hernández, y que por orden de él termináramos detenidas por la policía?

No tiene ninguno, pero a mí me ha tatuado un infinito para representar el amor eterno bajo la muñeca izquierda, la palabra certeza en letras del cabalá en la nuca, y una estrella negra en el tobillo que cuenta me hice al cumplir 18.

Qué incongruentes son los escritores, ¿si ella apenas hace un par de años comenzó a escribirme, no sería ese el momento en que nací? Qué complejo es vivir en la imaginación de otro.

Me llamo Martina, Martina del Río Paz, no hay más historia en mi nombre, o si la hay, aún no la sé.

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