Martes, 23 de Abril 2024

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Pobreza y corrupción

Por: Luis Jorge Cárdenas Díaz

Pobreza y corrupción

Pobreza y corrupción

¡Son pobres porque quieren! Es la opinión más absurda que se ha difundido. Nadie quiere ser pobre, nadie quiere dejar de comer tres veces al día, nadie quiere vivir en una choza sin servicios, con piso de tierra; como alrededor de 57 millones de mexicanos. A fines de 2013 se determinó que 37.7% de la población vive en condiciones de pobreza y actualmente es de 53.2%. Estos índices van estrechamente relacionados con el índice de percepción de la corrupción que ubica a México en el lugar 105 de 177 países.

Un sistema político medularmente corrupto y clasista cuyos cimientos son el tráfico de influencias, la opacidad, la mojigatería, el compadrazgo, la frivolidad y el valemadrismo irresponsable de millones de mexicanos. La culpa no es solo de los partidos políticos, no es solo de los gobernantes, sino todo el sistema es lo que está podrido. 

Cientos de miles de millones de pesos a lo largo de décadas, destinados a combatir la pobreza en México y ésta no se abate, no disminuye. Casi la mitad de la población es pobre y cerca de 20% vive en condiciones de pobreza extrema. Los programas de Solidaridad, Progresa, Oportunidades, Prospera y otros, no han dado más que resultados desastrosos.

Veamos ahora qué es lo que más incide en la pobreza. En los últimos 35 años la tasa de crecimiento del PIB real por habitante ha sido ínfima; las recurrentes crisis económicas por las que ha cruzado el país anulan los esfuerzos para combatir la pobreza. En 1982, 1986,1988, 1995 y 2009.

Las actividades agropecuarias son deficitarias para abastecer a la población, por el irregular arreglo de los derechos de propiedad de la tierra.

Otro factor que incide en la pobreza es la desigualdad en el ingreso de la población, 22.6 millones de personas se ubican en la parte baja de la pirámide de ingresos que representa la quinta parte de la población total. México es una de las naciones más desiguales de América Latina, que es, por sí misma, la región más desigual en cuanto a la distribución del ingreso en el mundo. 

Hasta aquí, los lectores estarán de acuerdo en que las causas de la pobreza son multifactoriales, por lo que no es solo el Gobierno el causante del problema, es quizá el culpable pero la sociedad civil también es responsable.

Se requiere de la construcción de un nuevo consenso nacional sobre la remuneración del trabajo con el propósito de edificar un nuevo modelo de inclusión y equidad social; debe dejar de considerarse el trabajo del hombre como una simple mercancía, como un factor de cambio que nos haga atractivos a la inversión extranjera. El presupuesto federal debe manejarse buscando la equidad para acortar la distancia en la distribución del ingreso; a través de los impuestos se puede mejorar el ingreso de los más pobres que son los que consumen más refrescos por su valor calórico y falta de agua potable en sus casas. El IEPS afecta más a los pobres, que son los que más los consumen.

Por su parte, las grandes empresas orgullo de México que son líderes mundiales, como el cemento y el pan, han crecido reinvirtiendo sus jugosas utilidades; lo cual quiere decir que han castigado a la población con altos precios de sus productos, contando con la protección oficial y, que son de consumo indispensable. Hasta el más humilde de los pobres algún día ha comprado un saco de cemento para tapar agujeros de su mísera morada y no hay nadie que se escape de consumir una rica pieza de pan.

Por eso debemos recordar que la desigualdad es el origen de todos los movimientos sociales.

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