A Marisol Schulz Manaut, directora general de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la pasión por los libros le comenzó desde la más temprana infancia. Recuerda con emoción que antes de saber leer su madre, Dolores Manaut, ya le leía en voz alta historias infantiles, entre ellas los cuentos de Oscar Wilde.Sus abuelos paterno y materno se dedicaron con devoción a fomentarle el gusto por la lectura. Guillermo, su abuelo materno, fue un escultor español que llegó a México como refugiado de la guerra civil. Él le dio a leer a poetas de la Generación del 27, así como algunos libros de escritores del Siglo de Oro español. Su otro abuelo, también llamado Guillermo, fue un matemático nacido en una familia de humanistas mexicanos y siempre puso a su alcance todo tipo de textos. Marisol se volvió una lectora voraz y muy pronto supo, o quizás intuyó, que su vida estaría dedicada a alguna carrera humanística o relacionada con las letras. Estudió Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero desde que se encontraba en la carrera hizo sus pininos como redactora y reportera en distintas revistas. De ahí continuó una fecunda trayectoria en la edición de publicaciones. Este oficio, el de editora, afirma, “se aprende sobre la marcha”. Cuando comencé no había estudios para ser editora, te forjabas en la talacha, leyendo galeras, corrigiendo textos, revisando cuidadosamente cada una de las ediciones, acompañando al autor en este proceso. Se trata de acumular experiencia y horas de vuelo.De la Gaceta de la UNAM pasó a dirigir departamentos de publicaciones en algunas entidades públicas, como el CIESAS, o centros de investigaciones como el Centro de Investigaciones y Servicios Educativos o el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades (ambos de la UNAM).A principios de los años noventa comenzó a trabajar como editora ejecutiva en Grupo Santillana, donde estuvo a cargo del área de ediciones generales y donde en el año 2000 fue nombrada directora editorial de los prestigiosos sellos Alfaguara y Taurus. De esta etapa Marisol guarda muy gratos recuerdos y puede contar cientos de anécdotas, pues durante 17 años fue la editora de Carlos Fuentes, Alberto Ruy Sánchez, Mario Vargas Llosa, José Saramago, Augusto Monterroso, entre varias decenas de autores de prestigio internacional, a quienes conoció personalmente y con muchos de los cuales entabló una amistad personal.Un aspecto de su vida que le gusta destacar cuando le preguntan acerca de la FIL es que ella es de las profesionales del libro que nunca ha faltado a la feria en sus casi 31 años de existencia. “Soy una editora, una lectora, formada en la FIL y de manera indirecta he trabajado para esta feria prácticamente toda mi vida profesional,” afirma con orgullo.Paralelamente, con un grupo de entusiastas de la promoción de la lectura, fundó PIALI (Programa Internacional de Acercamiento a la Literatura Infantil), una asociación civil no lucrativa que funcionó durante varios años, cuyo propósito fue fomentar la lectura y la expresión escrita libre y espontánea en los niños. En 2010 Marisol dejó la dirección de Alfaguara y Taurus para enfrentar un gran reto: un proyecto que le ha dado muchas satisfacciones: LéaLA, la primera Feria del Libro en Español de Los Ángeles, California, una iniciativa de la Universidad de Guadalajara. Ella fue la directora fundadora de esta feria, que se llevó a cabo hasta el año 2015. Tres años después, en 2013, fue nombrada directora general de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde gracias a su amplio conocimiento de los mundos editorial y literario ha logrado no solo mantener a la FIL como la primera feria del libro en español en el mundo, sino que ha logrado proyectarla internacionalmente, consolidar su carácter como primera feria de negocios editoriales en Iberoamérica y, sobre todo, acercar a los más de 800 mil lectores que cada año se reúnen en Guadalajara a lo más granado de la cultura y el pensamiento contemporáneos.Marisol es madre de una actriz y fotógrafa, Erandi (una gran lectora) y abuela de una nena de un año, Leonora, con quien también pone en práctica sus conocimientos para la promoción de la lectura y siempre que puede le lee historias en voz alta.
