Jueves, 28 de Marzo 2024

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El Abrazo de Ronaldo

Por: Pablo Latapí

No cabe duda que la historia crea condiciones que el destino acelera. 

Ríos de tinta han corrido desde el terremoto en México para describir y compartir los momentos cumbre y dramáticos que han provocado toda una gama de sentimientos, honestos y profundos, por la magnitud de la tragedia y lo vulnerable que somos quienes habitamos en las grandes ciudades. Así leímos sobre las muchedumbres que salieron inmediatamente a las calles a hacerse presentes, a buscar ayudar y a estar solidariamente con quienes aún podrían estar bajo los escombros y particularmente con sus familiares y amigos que hacían guardia frente a las estructuras derrumbadas. Leímos de los perros rescatistas y de los cuerpos internacionales que nos conmovieron a todos porque en cuanto localizaban un cuerpo sin vida hacían un alto, un silencio, y honraban con un desgarrador homenaje a víctimas para ellos y para nosotros anónimas. 

Y de todas las muestras de solidaridad y afecto hacia nosotros los mexicanos, me quedo con el abrazo que le dio el futbolista Cristiano Ronaldo al mexicano Andrés Guardado en el partido que se disputó un día después del terremoto entre el Real Madrid y el equipo del Betis de Sevilla. 

Un gesto espontáneo y emotivo de una de las grandes estrellas del futbol mundial pero, hay que decirlo, que también goza de fama de ser insoportable y soberbio. 

Y es que ese abrazo resumía algo que quizás fue nuevo para nosotros o que permanecía oculto: el especial afecto que existe por México. 

Muchos extranjeros, y lo vimos en las distintas muestras, sienten algo especial por un país especial, y ése es México. 

Vamos, como mexicanos nos ven bien en el mundo. 

Y es que es algo que quizás a nosotros se nos había olvidado, que somos un país sencillamente especial, y lo olvidamos porque nuestra autoestima ha estado más bien bajona en los últimos años. Y no de a gratis. Todos los días vemos cómo se descomponen sectores del país merced a la corrupción y la simulación de nuestra clase política, a la incapacidad del sistema de justicia para aplicar el Estado de derecho y a la proliferación de actividades delictivas en prácticamente todos los ámbitos pero especialmente en lo que tiene que ver con el narco y los grandes cárteles que con total impunidad y complacencia tienen secuestrados varios territorios en el país. 

Pega muy duro a la autoestima el vernos todos los días como una población “perdedora” cercada por los enemigos internos. 

Y entonces llega esto, una sacudida espectacular que nos vuelve a nuestros sentidos y nos descubrimos como una buena nación, quizás no muy respetada por la poca estatura de nuestros gobernantes y por nuestros enemigos internos, pero sí querida por lo que somos y hemos sido desde hace muchos años. 
Caray, es bueno ser mexicano. 

Y es por eso, por ese sentimiento que provocan gestos como aquel abrazo de Ronaldo, que nos sentimos conmovidos y, por supuesto agradecidos, por nosotros y por nuestros paisanos.

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