Viernes, 19 de Abril 2024

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Acerca de los notarios

Por: José Luis Cuellar de Dios

Acerca de los notarios

Acerca de los notarios

Todo notario, por ley, deberá incorporarse al colegio de notarios, cuenta con un plazo de treinta días para hacer el correspondiente juramento ante la junta directiva, es un asesor de partes que debe interpretar la voluntad de ambas a fin de proceder a emitir documentos que tengan un marco de legalidad, actas y escrituras son fundamentalmente los documentos que emiten, amén de otra gran cantidad de funciones, son “fedatarios” que generan, en su momento, el buen sueño de los ciudadanos.

En nuestro Estado, como seguramente en muchos otros han trabajado como notarios grandes personajes distinguiéndose por su probidad e inteligencia  influyendo en la vida comunitaria, otros incluso llegando a ser brillantes funcionarios públicos. En otras palabras, decir notario es decir honestidad, ética y moralidad.

En épocas antiguas la vida de los ciudadanos se regía o por tradiciones Aristotélicas o Bien Platónicas, las segundas fueron, quizás, la raíz generadora de los notarios, ya que se encargaban de las materias de filosofía y de la teología. Así de importante es la presencia, en nuestros tiempos de los notarios.

Desafortunadamente en meses recientes se han conocido algunas denuncias de ciudadanos contra ciertos notarios que al parecer se han prestado a trámites que escapan a las normas que les rigen causando daños patrimoniales a personas que han depositado su confianza en la ética y moralidad que les exige su investidura. Afortunadamente han sido pocos casos, pero estamos ante una situación en la que no debería haber NINGUNO.

La cortesía, el buen servicio, la rapidez del mismo, la atención ágil y otras cualidades, la propia sociedad, más aun, el propio solicitante se ha encargado de calificarlos dando como resultado su prestigio. En tiempos donde más que nunca se ve y se siente el reinado del poder y del dinero, y en consecuencia las aspiraciones materiales se han convertido en rectores de la vida, es cuando mayor moralidad se requiere del trabajo de los notarios: la consigna es, ni dejarse engañar mucho menos prestarse al engaño.

El notario llena con creces el oprobioso vacío del engaño, sin notarios, hipotéticamente hablando, la vida comunitaria se convierte en una guerra de ambiciones y de violencia inusitada. Es cierto que los fraudes que se han cometido en el ámbito notarial requieren de una red de complicidades para perpetrarlo. El sabio dicho popular que reza: “confiar es costumbre de tontos” debe ser inválido al pisar el dintel de cualquier notaria, espacio físico que nunca debe ser objeto de cuestionamiento mucho menos de dudas.

Los frágiles linderos de la condición humana tampoco debe ser excusa para disculpar aquellos malos manejos que se han dado a conocer en la prensa respecto a malos comportamientos de ciertos notarios que finalmente les proporciona beneficios monetarios.

Para el usuario de los notarios, el trabajo por ellos realizado es la cristalización de sus necesidades siempre urgentes siempre imperantes,  impedir esta meta resulta injusto y abusivo, contrario a ello el servicio debe garantizar equilibrio justo, tiempo correcto.

Estamos viviendo tiempos donde campea una ingobernable voluntad de ser rico y de ser poderoso, los notarios deben conocer muchos casos de ambiciones desbordas que cuando atisban la menor de las dudas deberán convertirse en el elemento purificador de la razón y de la justicia. El ejemplo del notario dignifica que siga siendo así.

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