Viernes, 19 de Abril 2024

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* ¡Viva la tradición!

Por: Jaime García Elías

Las semillas del futbol, sembradas a finales del siglo XIX, en Guadalajara encontraron tierra fértil: germinaron y fructificaron. Fue así que, unos años después de que EL INFORMADOR comenzara a circular por las calles —ora fangosas, ora polvorientas— de estas “Tierras de Dios y de María Santísima”, la ciudad llegó a ser considerada “la capital futbolística de México”: la que tuvo más equipos (Guadalajara, Atlas, Oro [después Jalisco], Nacional y las dos universidades); la que tuvo el primer “Campeonísimo” propiamente dicho; la que construyó el primero de los modernos estadios de futbol en México; la que tuvo el privilegio de ser dos veces subsede mundialista…

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El deporte —todos los deportes—, por extensión, se convirtió en parte del ADN de la ciudad y de las más acendradas aficiones de sus habitantes. A los nombres de los hermanos Prieto, “Pablotas” González, “Pelón” Gutiérrez, los Reyes, los Delgado, los Mercado y varias dinastías más, se sumaron los ídolos del ciclismo (Rafael Vaca, “Zapopan” Romero…), del toreo (Manuel Capetillo…), del box (José Becerra, “Alacrán” Torres, “Kiko” Bejines, “Canelo” Álvarez…), del tenis (Rafael Palafox…), del frontenis (“Veneno” Becerra…), del golf (Lorena Ochoa…) y de casi todos los deportes.

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En las páginas de EL INFORMADOR surgió —merced a la pluma de Reynaldo Martín del Campo, “Anotador”— el mote de las “Chivas”. En sus páginas quedaron consignadas, con los nombres de los correspondientes héroes, las crónicas de los títulos que les ganaron un lugar de privilegio en la historia del futbol mexicano.

En ellas quedaron asimismo las constancias de las crisis y vicisitudes que todos los equipos tapatíos confrontaron en un momento dado: la transformación del Oro en Jalisco, la virtual extinción del Nacional, la desaparición del tradicional Club Guadalajara, la venta de la franquicia del Atlas, los altibajos de los “Leones”, el auge y el ocaso de los “Tecos”…

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Mucha agua ha pasado bajo el puente en todos estos años. Y si en las páginas de este diario —que hoy, merced a la preferencia de sus lectores, se vuelve centenario— han quedado registrados los pormenores de los Años de Vacas Gordas que se han alternado con los correspondientes de Vacas Flacas, queda la convicción de que en todos los órdenes, y muy particularmente en el de los deportes, vendrán tiempos mejores… y que de ello darán constancia, para mantener vigente la tradición, las páginas de EL INFORMADOR.

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