Unos cuantos días después, en el arranque de la Liga, ese equipo, heredero de aquellos “galácticos”, denominados así porque se aseguraba que con las figuras que tenía habría necesidad de buscarle rivales en otra galaxia porque en esta sería inevitable su hegemonía, colecciona una sucesión de resultados indignos de su alcurnia —empates, sobre todo— y se rezaga cinco puntos con respecto al Barcelona; algo que, según la tradición, puede ser determinante porque en un campeonato en que esos dos equipos marcan la pauta, cualquier parpadeo de cualquiera de ellos en las primeras jornadas puede resultar decisivo. * Hace un par de días, cuando había igualado el récord del Santos de Pelé, de hilvanar 73 partidos consecutivos anotando al menos un gol, y tenía la posibilidad de superarlo al enfrentar, como local, al Betis que —como el Atlas en México— a despecho de su larga y hermosa historia suele ser de los modestos en la Liga, se produce la sorpresa: el equipo andaluz en que actualmente milita Andrés Guardado —tapatío y rojinegro de origen, además— hizo lo que parecía imposible: venció a los merengues, “a lo Atlas”, con un gol en el minuto 94… después de que Ronaldo, galardonado recientemente como el mejor jugador de la temporada anterior en Europa, tiró por la borda varias situaciones propicias para dar al episodio el desenlace lógico y previsible. * El técnico, Zinedine Zidane, sus dirigentes y los jugadores del equipo, dieron al resultado su justa dimensión: fue un accidente del futbol, simplemente porque el equipo que salió a la cancha como verdugo dilapidó muchas opciones, y el que salió como víctima capitalizó una de las tres que tuvo; fue un traspiés severo, porque el Barcelona acrecentó su ventaja en el liderato... Pero fue, por otra parte, por cuanto esas marcas remitieron a los cronistas a los tiempos del Santos de Pelé y del River Plate del “Charro” Moreno, un resultado… a favor de la leyenda.
