Jueves, 25 de Abril 2024

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- ¿Inocentada? (y II)

Por: Jaime García Elías

Un lobo travestido de oveja inspira desconfianza. Algo similar ocurre con la iniciativa de reforma constitucional promovida por el PRI, de eliminar el financiamiento público a los partidos políticos, y suprimir las figuras de diputados y senadores “plurinominales”, y canalizar los ahorros que, ipso facto, se lograrían, a reconstruir lo que destruyeron los recientes sismos en el sureste y el Centro de México.

Tanta generosidad –puesta de manifiesto, además, cuando las próximas elecciones federales están a la vuelta de la esquina– por parte de un “instituto político” que históricamente ha dado desde meros indicios hasta pruebas escandalosas de que su ADN se inclina más bien al oportunismo y al lucro sin medida de sus miembros que consiguen encaramarse a los planos superiores de la pirámide gubernamental, invita, por lo menos, a alzar la ceja y a chasquear la lengua.

A golpe de vista, ahí hay gato encerrado…

-II-

Como en el caso de los prestidigitadores, que sacan pañoletas, palomas y conejos de la chistera “vacía”, es probable que detrás de la súbita competencia de los partidos políticos por definir “quién da más”, en beneficio de los miles de damnificados que dejaron los sismos, pero en perjuicio de sus propias finanzas, haya truco…

A la vista de las cifras que ordinariamente se dilapidan en las campañas electorales, se ha dicho que los cargos públicos son tan rentables –en parte por los salarios que devengan los “servidores públicos”… pero principalmente por la posibilidad que tienen de conseguir, por debajo de la mesa, beneficios aún mayores– que no hay dinero mejor invertido que el que permite ganar una elección. Ello explica por qué tantos particulares –desde empresarios hasta delincuentes a gran escala– apuestan fortunas a favor de ciertos candidatos: su triunfo representa una garantía de retorno a la inversión por cualquiera la vía de contratos amañados y concesiones ilícitas en unos casos… y de impunidad en otros.

-III-

Como quiera, puesto que la necesidad de invertir miles de millones de pesos en reconstruir lo destruido por los sismos existe, y puesto que los dirigentes de partidos políticos parecen dispuestos a sacrificar los caudales que hasta ahora han percibido ante la irritación generalizada de los mexicanos, parecería pertinente tomarles la palabra –antes de que se arrepientan–… pero asegurarse de que, en efecto, ese dinero del pueblo se gaste en beneficio del pueblo… y, también, de que no les entre, escamoteado chapuceramente del mismo Presupuesto, por otra vía.

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