Suplementos

Pólvora, luces y tradición

La celebración dedicada al Divino Niño Cohetero en el poblado de Coyula, Tonalá, muestra lo mejor de la pirotécnia hecha en Jalisco

El espectáculo lunínico atrae no solo a pobladores y turistas, también los animales caen ante su influjo. EL INFORMADOR/ F. Atilano
Los castillos se queman en honor al Santo Niño Cohetero. EL INFORMADOR/ F. Atilano
Una cachorra ladra a las brasas que desprenden los fuegos pirotécnicos. EL INFORMADOR/ F. Atilano
Tras los festejos, solo queda esperar que el tiempo avance pronto. EL INFORMADOR/ F. Atilano
El trabajo de los artesanos pasa de generación en generación. EL INFORMADOR/ F. Atilano
Un hombre sostiene una parte del castillo de pólvora y carrizo con la naturalidad que dan los años de oficio. EL INFORMADOR/ F. Atilano
Un hombre se deja "bañar" por las briznas de pólvora durante los festejos. EL INFORMADOR/ F. Atilano
Un hombre carga y embiste, con un buril hecho de carrizo y fuego, a los asistentes. EL INFORMADOR/ F. Atilano

Primero huele a quemado, luego llega el rumor de la luz ambarina y el crepitar del fuego mientras se quema. Vendrá después la explosión de luz en el cielo; la algarabía de todos y la mirada expectante de quien no conoce las posibilidades de la pólvora.

Cada febrero, Coyula, en el municipio de Tonalá, muestra que el arte de crear figuras de fuego por medio de la pólvora y el carrizo son tan propios de los tonaltecas como de los maestros chinos que perfeccionaron los métodos usados. Cientos de personas se reúnen para celebrar al Santo Niño Cohetero, y con ellos, la luz danza gracias a los caprichos de los artesanos. La noche se torna en multicolor, hay castillos construidos con la heráldica que brinda la pirotecnia y toritos que embisten con rabia luminosa. El cielo se romperá con los gritos de las fuegos artificiales y la fiesta será tan efímera como intensa, como un suspiro de dragón.

DR

Sigue navegando