Este es el proceso que sigue después de la fumata blanca en El Vaticano
Hoy, 8 de mayo, una de las señales más esperadas por los fieles católicos se hizo presente: la fumata blanca en el Vaticano
Hoy, 8 de mayo, la Iglesia católica universal tiene nuevo Papa. Así lo anunció la fumata blanca que apareció en la pequeña chimenea de la Capilla Sixtina, en El Vaticano. La Sede Vacante concluyó tras el acuerdo alcanzado en el cónclave.
Tras largas horas de espera, por fin los fieles católicos fueron testigos de la fumata blanca que emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, señal de que hay un nuevo papa: Habemus Papam.
¿Qué pasa después de la fumata blanca?
La chimenea, colocada en el techo de la Capilla Sixtina y visible desde la Plaza de San Pedro, se convierte así en el centro de atención para fieles, medios de comunicación y observadores en todo el mundo.
Una vez emitida la fumata blanca, las campanas de la Basílica de San Pedro confirman la elección y la atención se traslada a lo que ocurre dentro del recinto. El cardenal decano pregunta al elegido:
—”¿Aceptas tu elección canónica para sumo pontífice?”
—”¿Cómo quieres ser llamado?”
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Si el elegido asiente a la la primera pregunta, se convierte de inmediato en Papa y Obispo de Roma. En ese instante, se queman nuevamente las papeletas, lo que genera una segunda fumata blanca, confirmando el acontecimiento ante la multitud congregada afuera.
¿Qué es la sala de lagrimas?
La llamada "Sala de las Lágrimas" es la sacristía de la Capilla Sixtina a la que se dirige el nuevo Papa después de aceptar su elección. En ese lugar lo aguardan los ornamentos papales, disponibles en tres diferentes tallas, que usará por primera vez como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.
Este lugar recibe su nombre por las intensas emociones que suelen experimentar los nuevos pontífices en ese momento: la carga de la responsabilidad, el asombro y una profunda conmoción espiritual.
El cierre del cónclave y la gran revelación
Una vez concluida la elección, se eleva una oración por el nuevo Papa y los cardenales le rinden homenaje. El solemne himno Te Deum, entonado en señal de gratitud, marca el fin oficial del cónclave.
A continuación, se lleva a cabo uno de los momentos más esperados: la presentación del nuevo pontífice ante el mundo. Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono pronuncia la icónica declaración:
—“Habemus papam”.
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