Ideas

Una buena historia

Hoy es un buen día para platicar una historia.

Una buena historia.

Hace un par de semanas fui invitado por una importante Cámara Comercial de Jalisco a participar como moderador en un foro de nuevos empresarios sobre la evolución de los espacios de trabajo.

Muy interesante.

De hecho, el panel se llevó a cabo en las oficinas de We Work, innovadores en la utilización de estos espacios laborales, en un edificio que se encuentra en Avenida de Las Américas, en Providencia, prácticamente frente a Punto Sao Paulo.

Es uno de esos edificios modernos que están cambiando la cara de Guadalajara y que han empezado a crecer sorprendentemente en la ciudad.

Habituado a la zona, decidí estacionar mi automóvil en Providencia y caminar un poco.

Pero el problema es que yo no sabía exactamente en qué edificio era, y caminé buscando el número sin encontrarlo.

Se me empezaba a hacer tarde y no tenía ni idea de cuál era el edificio; se me empezaron a hacer bolas los números; podía ser alguno de los que estaban a sólo unos pasos, o de plano estar del otro lado de la Avenida.

Desconcertado porque el número no aparecía, me vio un joven y se ofreció a ayudarme a buscarlo. Preguntando pudo saber que efectivamente era de los edificios más lejanos, lo que obligaba a ir a recoger el automóvil, y desplazarme para allá.

Atento, aquel joven se ofreció a acompañarme; me platicó que era vendedor en una agencia de automóviles, y fue conmigo hasta donde estaba el auto, nos subimos, recorrimos el camino (me enseñó un atajo para rodear el tráfico de Américas) y llegamos al estacionamiento del edificio.

Ya tenía el tiempo justo para llegar al panel, y había una larga fila de autos en el estacionamiento.

La reacción del joven fue ofrecerse a dejarme ahí, ir a estacionar mi auto, y subir a dejarme las llaves al piso donde se realizaba el panel.

Dudé un segundo, pero para mis adentros pensé: si no es en estos momentos en los que confiamos en la gente, entonces… ¿Cuándo?

Le dejé el auto y las llaves, y subí. Efectivamente llegué a tiempo al foro, transcurrió, fue en éxito, y en cuanto terminó, empecé a buscar con la mirada (no sin cierto temor…), pero nada: ahí estaba el joven con mis llaves, atento a lo que se decía en el foro.

Cuando se lo platiqué por la noche a mi esposa me regañó; me llamó la atención por ser tan confiado, a sabiendas que me pudieron haber robado el automóvil.

Pero se lo dije: Si no es en estos momentos cuando confiamos en la gente, entonces… ¿Cuándo?

Una buena historia, para un buen día.

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