Ideas

Reflexiones nietzschenianas

Friedrich Nietzsche (1844-1900) es probablemente el filósofo más controversial del siglo XIX. Sus arduas críticas hacia la religión y su visión pesimista del ser humano tienden a perturbar a más de uno. La ideología que lo caracterizó y las lecciones que derivan de sus pensamientos pueden resultar sumamente relevantes para nuestra situación social actual.

Comencemos por la idea del “eterno retorno”. Nietzsche menciona que lo que quieres, lo quieras tanto para regresar a esa experiencia perpetuamente. El eterno retorno se puede manifestar por medio de una vocación laboral, una persona o hasta un lugar que nos haga bien. Actualmente, uno de nuestros problemas como seres humanos es que a lo largo de nuestra vida no encontramos ese eterno retorno. Vivimos tan inmersos en la uniformidad de la sociedad y en los patrones que nos son impuestos que, sin darnos cuenta, sacrificamos nuestra potencial felicidad por una felicidad artificial.

El segundo postulado que quisiera tratar es aquel del superhombre (übermensch). El superhombre es un hombre de trascendencia que se ha librado de las cadenas de la condición humana. Éste se encuentra libre de cualquier cadena o prejuicio, confirmándose día con día en su libertad. En lugar de la tradición, el superhombre se enfoca en su independencia. Esto, sin duda alguna es algo que cualquier individuo en nuestra sociedad debe tomar en cuenta para reflexionar acerca de sus limitaciones sociales.

En un tercer momento, resulta interesante analizar su crítica hacia la religión. Nietzsche siempre concibió a la religión como una debilidad humana, pues las convicciones para él son prisiones. Menciona que el hombre se encuentra sometido al yugo de la moral que la religión trajo al mundo. Menciona que la religión tiene una moral inmoral debido a que la misma se basa en la sanción, por lo cual el hombre vive constantemente limitado. Para acabar con esto, dice Nietzsche que se deben pasar de las ideas preconcebidas hacia una vida con opciones de realización.

Con las anteriores ideas se puede concluir que, mientras haya dependencia, no habrá libertad. Actualmente, vivimos inmersos en una sociedad que celebra la uniformidad entre individuos. Lo anterior resulta sumamente peligroso, pues nos encontramos atrapados en redes sociales y vivimos vidas acordes a los estándares sociales. Es hora de vivir bajo los ideales del superhombre, confirmándonos así en nuestra libertad.

La verdadera libertad viene de renunciar a esta dependencia social y comienza por definir reglas auténticas y personalizadas dentro de cada una de nuestras vidas. Es hora de detenernos a pensar en ser más auténticos y profundos, haciendo uso de los valores universales. Busquemos y enaltezcamos las anteriores ideas, para así poder alcanzar nuestra libertad.

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