Ideas

“Recuerdos” (parte VII)

Algunos reportes recabados por sujetos desquehacerados fijan como fecha de aquel duelo el 18 de marzo. Esta datación exacta les parece importante a algunas personas cuyo trabajo tiene relación con la prensa y con agrupaciones de vendedores de servicios funerarios.

Si bien tenemos que decir que se dijo que en la finca vecina a ese lugar, cualquiera que haya sido, se escuchaba el Oficio de tinieblas, de Morales, sin que nadie supiera quién o quiénes lo ejecutaban; se trató de localizar dicho domicilio infructuosamente, ya que se sabía que era muy próximo a donde se efectuó el crimen, pero los expertos —que aseguraron haber seguido estrictamente los protocolos de investigación— no pudieron determinar los hechos.

Al cronista no le gustaba el concepto de expertos ni el de académicos, ni le interesaban sus opiniones ni dictámenes, solía decir que el único experto en temas de muerte es quien la ha sufrido, nadie más. Los académicos podían, por su parte, decir a sus alumnos u oyentes cómo creían que podía haber sucedido, lo más aproximaciones a un tema que nunca podrían probar.

Los cadáveres suelen ser, si no en absoluto, bastante callados, no suelen tener una grata conversación, salvo que su intérprete sea alguien cuyo trabajo se lleve a cabo en la morgue, ellos en silencio obtienen comunicación con ellos; por fortuna cuando aquel sujeto pasó a ser cadáver la cosa era muy simple, tal vez tan sólo se clasificaba como que había muerto por muerte. No se averiguaba nada más, únicamente si resollaba o no. Otra interpretación de entonces hubiera sido considerada como simple curiosidad y falta de respeto ante la muerte.

Bueno, esa es la historia con más visos de veracidad que pudo recabarse porque las otras francamente no tenían gracia y mucho menos aquella que afirmaba, temerariamente a mi juicio, que la reunión había sido provocada por seres intergalácticos de cuya existencia todos dudaban. 

Lo recordaba claramente porque ese día también lo mandaron públicamente a la chingada, porque había propuesto la creación de una hoguera pública para juzgar y ejecutar de forma sumarísima a quienes hubieran cometido actos que pudieran ir en contra del sano sentimiento del pueblo, lo anterior como remedio al coraje popular y al engarbanzamiento público que provoca la creciente impunidad, si bien que había muchas personas que no estaban de acuerdo, entre los que se encontraban los ejecutados y otros que alegaban principios de justicia, pero la gran mayoría de los cuestionados por las diferentes encuestadoras coincidieron en que la eficiencia que producía el sistema compensaba las injusticias, y por lo visto debe ser impresionante el asistir a una hoguera y ver una ejecución por fuego. 

Dicho lo cual, el que hablaba, haciendo una seña con los dedos al mesero, pidió otra copa; la que una vez servida combinó con un cigarrillo, desde luego que esto no era nada más que un sueño, porque ya sabemos que entrar en un bar, beber y fumar no es más que un deseo frustrado cuando sabemos que no podremos hacerlo más. Es fácil distinguir en esta era a quien goza fumar y a quien no, quien es seguidor del pinche pintor vienés (Hitler), lo sabe. 

La duda fundamental es por qué no reportaron la muerte por ahorcamiento de aquel sujeto, cuando menos no se reportó a tiempo.

@enrigue_zuloaga
 

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