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“Librerías sí, bares no”

Tal vez la mayor tragedia de Guadalajara no consista en su despoblamiento, sino en su despersonalización...

Lo primero ya es estadística: si Zapopan es el municipio más poblado de Jalisco y Guadalajara pasó a ser el segundo, el fenómeno tiene lógica: la gente tiende a residir donde encuentra más comodidades o le resulta más económico hacerlo, y es obvio que las colonias de Zapopan, en ambos aspectos, compiten ventajosamente con los barrios tradicionales de Guadalajara. Y en cuanto a la personalidad de los conglomerados urbanos, también es obvio que Guadalajara, conforme ha envejecido, ha perdido la dignidad que alguna vez la caracterizó; que los servicios públicos -aseo, seguridad, espacios de esparcimiento...- han venido a menos, en detrimento de la “vida de barrio” que implicaba interacción social entre los vecinos.


-II-


Por supuesto, el fenómeno no es privativo de la otrora “Perla de Occidente”: es el precio que pagan todas las ciudades que, merced a su crecimiento, se transforman en metrópolis (Zapopan, de hecho, aunque políticamente sea otro municipio, realmente es parte de la mancha urbana -la pomposamente denominada “Zona Metropolitana- que rodea a Guadalajara).

Muchas ciudades del mundo han tratado de frenar e idealmente revertir ese proceso de degradación, ruina y abandono, y provocar el repoblamiento de sus centros históricos. En Guadalajara, el afán de atribuir a muchas de sus construcciones un valor “patrimonial” o “histórico”, más simbólico que práctico, les impide renovarse, seguir siendo funcionales y -dicho en el mejor de los sentidos- ganarse la vida.

Con el afán de revitalizar el Centro de Guadalajara, se han sucedido dos proyectos: uno, la supuesta Ciudad Creativa Digital en muchas manzanas abandonadas a raíz del abortado proyecto de las Villas para los Juegos Panamericanos de 2011; otro, el “Paseo Alcalde” que el presidente municipal electo, Pablo Lemus, considera extender hacia el sur hasta la Plaza Juárez y vislumbra con “un enfoque cultural, alentando la apertura de librerías o bibliotecas; bares no, ni micheladas ni antros” (EL INFORMADOR, IV-21-21); a contracorriente con la historia, pues, considerando que los potenciales clientes que sobran para bares y similares, escasean para bibliotecas o librerías.


-III-


Uno de los proyectos -el de la Ciudad Creativa Digital- camina a paso de tortuga; el otro está aún en la etapa de gestación... y puesto que el gusto por la lectura va en franco declive y los libros tienden a desaparecer, para hacerse efectivo tendrá que hacer girar hacia atrás las ruedas de la historia.

jagelias@gmail.com

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