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"La Isla" (Última parte, IX)

El médico Joseph Trebilcock explicó a una pareja de venezolanos, recomendada por el dictador de Flegra, el procedimiento para una FIVET. La mujer mostró algunas reticencias, dadas sus creencias religiosas. Se realizaron los análisis primarios y estudiados por el galeno, éste los citó a la segunda entrevista. La mujer había consultado la moralidad del procedimiento y le habían dicho que era lícito si sólo un óvulo era fecundado.

Se practicó la operación y la pareja, que había regresado a su país, tuvo gran alegría al recibir la llamada del doctor, quien les indicó que era necesario que volvieran a la clínica para que el óvulo le fuera implantado a la mujer. El sábado siguiente volaron hacia Nueva York y al parecer por una falla mecánica tuvieron un accidente mortal, al desplomarse el avión cuando volaban sobre Texas.

El médico quería cobrar su trabajo, pues estaba prácticamente terminado, para lo cual contrató un abogado en Venezuela, quien le aconsejó esperar, ya que según la ley de ese país un niño se tiene por nacido si llora y conforme a todas las pruebas de paternidad, si el óvulo fecundado era analizado desde el punto de vista del ADN sería incuestionable que los padres serían los difuntos; pero si no nacía esa criatura, los herederos de los millonarios serían parientes de ambos cónyuges. 

Había un gran conflicto de intereses, puesto que quienes tenían que resolver si naciera (lo que podía haber sido por medio de un vientre de alquiler), si decían que naciera, perderían lo que tenían derecho de herencia, aunque para muchos podría ser moralmente reprobable elegir que no naciera.

Hasta la fecha en que escribo esto la decisión no ha sido tomada, y el óvulo fecundado se encuentra en estado de animación por congelamiento.

Muchos otros problemas de este tipo se generaron al médico, quien tuvo la intención de innovar estos procesos reproductivos con una nueva forma masiva de maternidad.

*

Muchísimas mujeres norteamericanas tenían la ardiente aspiración de ser madres y si no lo eran, era porque temían perder su figura al transcurrir el embarazo, lo que no convenía a sus trabajos en el caso de las artistas, pero tampoco a sus deseos. Para ese efecto y tomando en cuenta el anhelo que millones de mexicanos tenían de vivir en los Estados Unidos, se le ocurrió esterilizar a indias oaxaqueñas, tramitar su inmigración para trabajar en las compañías propiedad de los pacientes y que en realidad el trabajo que desarrollarían sería el arrendar su vientre, sin que el niño quedara marcado genéticamente. El problema fue detectado por pastores y clérigos de la región, quienes denunciaron sus pretensiones.

Pero ahí no terminaron los problemas del galeno. Años después, en las islas del mar de Flegra, a cuyos habitantes debía parte de su fama, entusiasmados por los avances tecnológicos, en la principal escuela de Flegra, a donde asistían los ricos de las islas cercanas, decidieron tomar y estudiar el ADN de los pupilos, para conocer los factores determinantes de ellos. Cuál fue la sorpresa de quienes practicaron los análisis, al descubrir que un alto número de los pupilos tenían un ADN extraordinariamente similar, alumnos cuyo único vínculo consistía en que sus padres habían concurrido a procesos de fertilización en la clínica del Doctor Trebilcock y después de ese descubrimiento observaron que dichos niños tenían notable parecido físico entre ellos. 

Actualmente el doctor se encuentra enfrentando muchas demandas por prácticas médicas inadecuadas en Nueva York, y le han retirado la licencia para poder ejercer la medicina, de tal manera que de la cantidad de admiradores y promotores que vivían en la isla, el único que sigue feliz con la actividad del galeno es el dictador y dueño de la isla, quien gusta de presumir que es el gran garañón de su terruño.

@enrigue_zuloaga
 

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