“Informes de llegada”
Según notas referentes a datos históricos de esta zona del mundo que fueron encontrados cuando recuperaron algunos apuntes que permanecieron secos cuando se rescataron algunos restos del naufragio de la goleta llamada Nuestra Señora de Estibaliz, que parece haberse hundido no porque la hubieran atacado, sino que naufragó en 1681 en la desembocadura del río Chagres, en Panamá, por deficiencias en los conocimientos náuticos de su capitán, don Abelardo García, quien no supo qué hacer en una tormenta, azorado porque vio con sus propios ojos que muy cerca de él se hundía el Nuestra Señora de la Encarnación y pensó “si se hunde el más grande, pues en consecuencia tendremos que hundirnos los pequeños”.
Lo escribió así y así se guardó en una caja muy bien cerrada, que no se mojó y que permaneció en esas condiciones hasta 2011 en que fueron encontrados intactos y rescatados los que sin duda constituyen documentos de un gran valor histórico.
En ellos se narra cómo un puñado de viajeros que iban en ese buque, decidieron dejar este testimonio para la posteridad en una caja de hierro perfectamente cerrada; un documento que ahora vino a confirmar cuentos que en aquel tiempo se hicieron verbalmente.
Pero el hecho es que la historia siempre tiene dos puntos de vista. En las narraciones familiares, el gran problema genealógico es que la mayoría de personas que investigan a sus antepasados buscan hallar o miembros de la nobleza o piratas, pero olvidan o consideran sin gracia encontrar gente común y corriente, que en la mayoría de casos no hicieron durante su existencia actos extraordinarios y, por tanto, creen que no tienen cosas interesantes que contar.
Cuando a mí me hablaron del primer Enrigue que llegó a estas tierras pensé lo mismo y más que el sujeto no venía de Europa ni cosa parecida, sino que venía de Panamá y de aquí hay dos versiones: la primera, que lo expulsaron de allá porque lo encontraron bailando la bamba de cachetito, lo que la mayoría de personas consideraba una burrada, pero al padre de la chica con que bailaba no le pareció correcto y al ser perseguido vino a dar a estos rumbos.
La historia del naufragio a que me refiero, con documentos históricos y no simples mitotitos, traía otra versión diferente de la que acusaba sus sicalípticas conductas y, sin echarle incienso, lo calificaba como un sujeto normal que de algún modo escapó del naufragio.
Lo difícil de explicar es cómo desde allá vino a dar a la Resolana (por si usted no la conoce, también le dicen Casimiro Castillo y por si mi solitario lector es angloparlante, también le dicen Almost Wach Castle). Digo eso nada más para ver lo ancho del calico y para que quienes duden de mi verdad no anden con la timpa escarbando la humedad y con la cola espantándose las moscas, tanto que eso tendrá que esperar una nueva narración que trate de explicar por qué entró en un burro mirando para atrás (él, no el burro).
@enrigue_zuloaga