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Hipersexualidad infantil: adultos antes de tiempo

Antes de abordar este tema, me gustaría que te hicieras una pregunta: ¿a qué edad viste por primera vez una imagen sexual explícita?

Cualquiera que sea tu respuesta, seguro ocurrió mucho más tarde en comparación con la generación actual de menores. Sobre todo aquellos entre cinco y nueve años que vivieron la emergencia sanitaria que, según algunas estimaciones, aceleró una década la migración digital.   

El tema surge a propósito de la iniciativa de la diputada local Lourdes Contreras contra la hipersexualización infantil. Como muchas propuestas planteadas en el Congreso de Jalisco, aborda un buen tema pero con mala puntería.  

Con los medios digitales, se disparó la exposición de los menores a contenido sexual a través de imágenes, noticias, juguetes, videojuegos, videos musicales, películas, publicidad. Pero además, muchas veces se les presenta también como “miniadultos” enfocados en proyectar una imagen adulta y sensual (pienso en esos concursos televisivos de baile, canto y habilidades culinarias). 

La principal consecuencia de esta hipersexualización de la infancia consiste en que los menores se saltan etapas propias de su desarrollo natural. El adoptar roles no apropiados para su edad genera otros trastornos a mediano plazo como conductas sexuales distorsionadas y prematuras, bulimia, anorexia, y al final interrumpe el libre desarrollo de la personalidad del niño y niña.  

Ante este problema, la diputada emecista propone reformas a varios artículos de la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de Jalisco. En esencia, prohíbe la difusión de imágenes o noticias por medios digitales que propicien la hipersexualización de los menores. También faculta a la procuraduría de la niñez para emitir medidas cautelares en caso de que se viole esta disposición.

Como anoté, el problema es real. De hecho, se trata de una forma de violencia infantil. Esta especie de “capitalismo sexual” por medios digitales ha adoptado un guion que erotiza la infancia con pautas que marca el mercado. 

Sin embargo, la omnipresencia de estos contenidos en Internet hace imposible que la procuraduría de la niñez o cualquier autoridad los regule o censure. En pocas palabras, la reforma plantea cambios en el papel, pero irreales en la práctica. 

Con gran sentido crítico, mi amigo Héctor Pina se cuestionaba cuando discutimos el tema: “¿Cómo luchas contra Tiktok para que desaparezca un contenido desarrollado en Estados Unidos que está en un servidor de China y que aparece en el timeline de un hombre de Tizapán el Alto? Pretender hacerlo es no conocer cómo funcionan la economía y las relaciones de poder globales”.

Por eso la resistencia cultural para combatir estas conductas debe surgir desde los programas de educación básica y el seno familiar. Ahora que se discuten los nuevos planes de estudio de la SEP, en donde el alumno aprenderá qué partido político impulsó tal o cual megaobra, mejor deberían plantearse estos nuevos desafíos de la alfabetización digital y la necesidad de mejores mecanismos de protección a la infancia. 
 

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