El tío Félix
Séame permitido en este espacio rendir un merecido homenaje al tío Félix, varón virtuoso, quien gusta de la bohemia.
Hombre elegante, solía asistir a las bodas veraniegas que se celebraban en Chapala vistiendo un inmaculado traje de lino blanco, pero no con pantalón largo sino con bermudas, acompañando el ajuar con chaleco, en el que lucía una leontina que en un extremo tenía un reloj antiguo y remataba su atuendo con una panela. Eso provocaba que a mí me pareciera un figurín, si bien un poco pasado de moda, pero no era unánime la opinión, alguno de mis hermanos sí le negaba el saludo cuando se vestía así, al grito de “viejo fachoso”.
Cuando se casó, digo, solo por recordar, portaba un frac con polainas, iba tocado por una chistera y llevaba el infaltable reloj. Yo no sé cómo hizo, pero celebró su boda en catedral, oficiando un tío obispo que tenía. Pero no se crea que era arribista, toda esa ropa y objetos de autodecoración, aunque puede parecer extraño, eran originales; hay que recordar que los alteños no acostumbran tirar nada. Por cierto, ese reloj fue llevado a Arandas por su bisabuelo, de donde por medio de una larga fila de herencias le llegó, funcionando.
Tío Félix es chiva ‒-todos tenemos familia con defectos-‒ y suele lucir un escudo de dicho equipo, mismo que perteneció a uno de sus abuelos, quien fue de los fundadores de esa institución. Con ello queda descrita, en parte, la señera figura del tío Félix y tal vez lo único que falte señalar es que usa una corbata de moño, también originada en posesiones familiares.
Si pudiéramos describir al tío, diríamos que es rumbero y jarocho, siempre dispuesto a tomar una copa con los amigos y capaz, por pedir otra, de discutir y apoyar lo que cinco minutos antes estaba atacando. Musicalmente es un cascabel y gusta de amenizar con salsa las reuniones, siendo de sus canciones favoritas la de “Vístete de maíz para que te piquen los pollos”.
Padre ejemplar y amigo verdadero. Es miembro de todas las asociaciones de las que algún día tuvo conocimiento. Y, como muchos, es víctima de la maledicencia de los demás. Narraré un hecho que tuvo lugar hará unos años, cuyas consecuencias de alguna forma modificaron su vida.
Resulta que un buen día, tío Félix llegó a casa, habiendo ingerido más etiles que los aceptados como recomendables por la Organización Mundial de la Salud, y al estar abriendo la puerta de su dulce hogar, un perro que tenía, llamado Cancerbero (guardián de las puertas del infierno), animal que yo creo que era alguna cruza de mastín con caballo, por el tamaño, y que había sido regalo de algún familiar, y pues el chucho vio la oportunidad de salir de la casa y así lo hizo. Debo decir adicionalmente que el día de ese infausto suceso o, más bien, esa noche, caía una tormenta de las clásicas de Guadalajara (continuará).
@enrigue_zuloaga