El negocio de prometer
¿Por qué estamos dispuestos a pagar más por ciertos productos o servicios cuando comparamos distintas opciones? ¿Es por confianza? ¿Compatibilidad de valores? Si bien estas razones son parte de la respuesta, la realidad es más profunda. Lo fascinante es que tú mismo lo experimentas cada día cuando eliges lo que consumes.
Las empresas que están evolucionando ya no se enfocan únicamente en vender productos. Hoy, las organizaciones que marcan la diferencia invierten tiempo y recursos en identificar ese espacio donde pueden ser verdaderamente relevantes. Desde ahí, construyen una promesa que va mucho más allá de lo funcional: buscan conectar con la vida, aspiraciones y emociones de sus clientes.
La marca no es el producto. Son los productos los que representan a la marca. Esta distinción es clave, especialmente si estás emprendiendo o liderando una empresa que busca adaptarse a los nuevos desafíos del consumo. Los productos resuelven necesidades; las marcas se integran en la manera en que las personas entienden el mundo.
Prometer sí es negocio… si lo haces bien
En México solemos escuchar frases como “prometer no empobrece” o “el que no transa no avanza”, que reflejan una visión distorsionada del compromiso y la confianza. Si estas ideas llegan a permear la cultura de una empresa, pueden debilitarla desde dentro. Así como cuestionamos lo que vemos en redes sociales para evitar caer en noticias falsas, también deberíamos cuestionar las frases heredadas que normalizan la falta de integridad.
Entonces, ¿prometer es negocio? La respuesta es: depende. Depende de si tu organización prioriza el dinero por encima de las personas. Depende de si tu diseño organizacional está realmente orientado a cumplir lo que promete. Y, sobre todo, depende de si tienes la disposición de escuchar de verdad a tus clientes.
Porque hacer encuestas no es lo mismo que escuchar. Es importante evolucionar de empresas que venden productos a organizaciones propietarias de marcas que no sólo recopilan datos, sino que buscan entender el contexto emocional de sus audiencias para traducirlo en atributos de producto, diseño y experiencia que generen satisfacción, recompra y recomendación.
Marta Ortega en Zara, Pietro Beccari en Louis Vuitton y Satya Nadella en Microsoft han coincidido en al menos tres ejes de transformación cultural:
- Evolucionar sin perder la esencia
- Cercanía con el talento interno
- Crear una cultura organizacional que provoque bienestar
Estas decisiones no sólo mejoran la marca hacia afuera, también fortalecen su interior y la hacen más resiliente frente al cambio.
Escuchar para evolucionar
La opinión exigente de tus clientes es el mejor combustible para crecer. Navegar en el mundo de los negocios sin escuchar a quienes te compran, prefieren o recomiendan es navegar a ciegas. Ellos merecen ser escuchados. Sus respuestas, combinadas con la visión y el propósito de quienes lideran, pueden trazar el futuro de tu marca en un entorno donde los hábitos de consumo cambian constantemente.
Si no escuchas, no vendes.
Y si no cumples lo que prometes, tu marca dejará de importar.