“De fastos mortuorios”
Como ya lo narré, murió don Taurino, porque hasta a él que puso tan poco empeño en morirse, le tocó, como a todos nos tocará algún día y como era tan perezoso, llegó a pensar que estando tan lejos no sería así; porque, se quiera creer o no, la muerte también llega a La Resolana, aunque para todos los demás efectos sea parecido al paraíso terrenal, no lo es, por fortuna, para evitar el dominio de la huesuda, que llega a todas partes.
Lo único fue que mi parienta, hoy su viuda, mandó hacer la tumba tan doble y tan reforzada, que doscientos setenta y cinco años después sigue como nueva, siendo la construcción más antigua de la población que ha sobrevivido y si por alguna extraña coincidencia llegase a esa localidad alguna visita turística, estoy seguro que la cantina y la tumba serían los lugares más visitados: la primera porque en ese sitio se sigue importando uno de los más destacados tuscas, que se suele beber acompañado de cacahuates con cáscara, lo que por sí solo lo hace lo más parecido que hay a un paraíso (aunque es difícil elegir, dado que el lugar tiene muchos atractivos: por mencionar uno, dígame si conoce otro donde se ensillen y monten toros bravos, no de casta, pero bravos sí son). Con lo que no contó la esposa es que siendo tan holgazán, no iba ni a moverse ni a intentar salirse.
Le cumplieron al fallecido sus gustos particulares acerca de los ritos funerarios ya que sabiendo, como él sabía, que nadie lo iba a llorar, contrataron a unas plañideras para que durante el velorio, que entonces todavía se usaba, lloraran toda la noche, por lo que se vio muy sentido. Esa fue una de las pocas veces que los forzudos hijos aparecieron en público y si bien no derramaron una lágrima, lucieron el palmito, tanto así que dos de ellos consiguieron en el evento dos chicas con las que después se casaron, pero esa es ya otra historia.
Lo que no pudo lograr fue que su mujer e hijas se pusieran de luto riguroso, pues hay que entender que en agosto en La Resolana cuando hace cuarenta grados a la sombra los de ahí se cubren, así que el sector femenino se rebeló y lo mandaron a lucas en ese tema, como debe ser cuando uno deja a su muerte órdenes engorrosas; si bien es tradición de la familia que toda mujer por aguantarnos merece unos cinco años de viudez, porque yo no sé qué tan de acuerdo puedan estar mis solitarios lectores del género masculino, pero la mayoría de chicas que me hacen el honor de leerme, que aunque muchos no creen que existan yo tengo el privilegio de saber que sí existen y lo agradezco públicamente.
Y hasta aquí han llegado mis investigaciones genealógicas y no quiero seguir buscando por que quién sabe qué me encuentre si sigo curioseando sobre este tema.
@enrigue_zuloaga