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- “Según el sapo…”

¿Por qué tanta celeridad, tanta eficiencia y tanta energía para investigar y dar con la identidad de los presuntos autores de los asesinatos, el lunes pasado, de cuatro policías de Guadalajara y dos de Zapopan, y, por contrapartida, tanta pachorra, tanta ineptitud y tanta apatía para hacer lo mismo cuando la víctima es un Juan Lanas o un Perico de los Palotes cualquiera…?

Muy simple: porque en el rubro de la administración de la justicia aplica el principio de que “Según el sapo es la pedrada”. O, como dijera algún aventajado aunque anónimo discípulo de Diógenes el Cínico, “Todos somos iguales ante la ley… aunque ciertamente hay algunos más iguales que otros”.

-II-

Estos son los hechos: los sucesos en comento ocurrieron, unos, la mañana del lunes; otros, la madrugada del martes. El mismo lunes, las autoridades anunciaron, en rueda de prensa, que las imágenes captadas por las cámaras del Centro de Coordinación, Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo (C5) del Estado, permitirían identificar y eventualmente detener, a la brevedad posible, a los autores de esos crímenes, perpetrados, teóricamente, en represalia por la detención de varios miembros de la delincuencia organizada. Al día siguiente, según las notas de prensa, siete integrantes de una banda de ladrones de automóviles, presumiblemente involucrado en el asesinato de los policías zapopanos, habían sido detenidos.

-III-

Si, como es del dominio público, más de 95% de los delitos que se cometen en México quedan impunes, es obvio que los recursos de que dispone la autoridad para investigar esos hechos y perseguir a sus autores, son notoriamente insuficientes. Es ilusorio suponer que si un ciudadano de a pie presenta una denuncia por algún ilícito, se va a asignar un investigador, y que éste le dedicará tiempo y recursos, o que, cuando menos, integrará un expediente con los casos análogos para estudiarlos “en paquete” y dar con algunas constantes que le permitan seguir -como dicen los entendidos-determinadas líneas de investigación… Por eso, precisamente por eso, porque sabe de antemano que difícilmente se hará justicia y se sancionará a los responsables, el ciudadano, en la mayoría de los casos, opta por no denunciar.

En cambio, cuando se trata de un caso de impacto mediático, que de manera directa pone en jaque a las autoridades, se echa mano de todos los recursos existentes: un poco, en efecto, para hacer justicia… y otro poco -la verdad sea dicha- para taparle el ojo al macho.

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