- “Amarillismo”
Hace una semana fue asesinada Alma Rosa Barragán, candidata por Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Moroleón, Guanajuato. Ese mismo día fue secuestrado Omar Plancarte Hernández, candidato del Partido Verde a la alcaldía de Uruapan, Michoacán. Más tarde. Por esas mismas fechas fueron atacados Jesús Arturo Galván García, candidato del PRI a la alcaldía de San Fernando, Tamaulipas; José Alberto Alonso, candidato de Fuerza por México a la alcaldía de Acapulco, y Víctor Hugo Bobadilla Gutiérrez, candidato del Partido del Trabajo a diputado local por el distrito IV de Morelos. Posteriormente, Pablo Lemus Navarro, candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Guadalajara, denunció haber recibido amenazas de muerte, tanto en su teléfono como en los de familiares y amigos.
-II-
El domingo, a una semana de “las elecciones más grandes de la historia de México”, la consultora Etellekt informaba que 89 candidatos habían sido asesinados en el proceso previo, sin contar amenazas, secuestros, atentados, etc., para un gran total de 238 incidentes violentos, obviamente orientados a intimidar o sacar de la contienda -intrínsecamente lícita en toda democracia- a muchos aspirantes a ocupar cargos de elección popular.
Ese mismo día, autoridades estatales de varias entidades -Michoacán, Chihuahua, San Luis Potosí, Sinaloa y Sonora- difundieron sus temores de que los grupos delictivos que operan en sus territorios, podrían impedir la instalación de casillas en varios municipios.
-III-
“El supremo Gobierno, que no se equivoca nunca” -Pito Pérez dixit-, ya descalificó, tildándolas de “amarillistas”, las versiones de que la violencia ha contaminado la contienda electoral en curso…
“Amarillismo” -por si alguien lo ignora- es el epíteto con que se etiqueta genéricamente al periodismo sensacionalista: el que, principalmente con ánimo de lucro, magnifica, distorsiona o exagera la gravedad de los sucesos que difunde…
Convendría puntualizar, en el caso, si consignar hechos de interés general -porque asesinar, secuestrar, amenazar o atentar contra candidatos a cargos públicos impacta o afecta de alguna manera a todos los ciudadanos-, es magnificarlos, exagerarlos o distorsionarlos. Igualmente habría que plantearse si es amarillismo consignar la evidente inoperancia del Estado para esclarecer esos delitos y sancionar esos crímenes… O, en fin, si es amarillista quien diga que, comparados con las actuales prácticas, “el ratón loco”, “las urnas embarazadas” o “los muertos que votaban”, eran juegos de niños.