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La tradición navideña y los sazones decembrinos
Las delicias culinarias de la Navidad hacen de ésta fecha una de las épocas favoritas del año
CIUDAD DE MÉXICO (19/DIC/2013).- De las épocas más esperadas del año, la
Navidad ocupa el primer lugar, pero no nada más por los regalos, sino por todo lo que representa, incluida la tradicional cena, cuyos platillos nos esmeramos en preparar en este día.
Y aunque no siempre se cuenta con un gran presupuesto, en la mayoría de los hogares cada 24 de diciembre se tiene a un invitado especial para esta noche, el pavo. Adobado, relleno, ahumado, y como más nos guste, esta ave es una de las consentidas para ese momento tan familiar, tan especial.
Sabores Ancestrales
Para José Luis Curiel, especialista en nutrición y gastronomía, la cena de Navidad es un condensado de tradiciones y sazones que encuentran su origen tanto en la antigüedad romana como en el mundo prehispánico, pero que mantiene un sello mexicano y una profunda advocación religiosa.
A través del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el especialista señala que “mientras perduró el periodo colonial, durante la Nochebuena era obligatorio guardar la vigilia, por lo que no se podía servir en la mesa el tradicional guajolote, que se reservaba para el día 25; así que paulatinamente se fueron incorporando pescados y hierbas al menú de manjares nocturnos, como el bacalao.
Curiel afirma que detrás de los platillos navideños hay una historia que muestra cómo se han ido transformando, ejemplo de ello son los romeritos elaborados con el mole que baña al quelite y se acompaña de tortas de polvo de camarón, las cuales fueron incorporadas recientemente porque, siglos atrás, los romeritos eran acompañados con “amaranto de agua”, una hueva de chinche acuática que crece en la zona de Texcoco y que se conseguía en el tradicional mercado de San Juan.
En las últimas décadas se han incorporado nuevos platillos e ingredientes a la cena navideña. Sin embargo, los aromas y sabores tradicionales tienen un lugar muy especial en nuestro paladar.
Una bebida esencial de esta temporada es el ponche, que a pesar de que tiene influencia inglesa (ponch: té con pasitas y ron), en nuestro país se le ha dado una personalidad propia con frutas.
La mayoría de los ingredientes que se incluyen en la cena están cargados de simbolismo, ejemplo de ello es la nuez, que alude a la esperanza; la granada representaba el poder económico de los comensales. (Con información de http://www.inah.gob.mx).
Y aunque no siempre se cuenta con un gran presupuesto, en la mayoría de los hogares cada 24 de diciembre se tiene a un invitado especial para esta noche, el pavo. Adobado, relleno, ahumado, y como más nos guste, esta ave es una de las consentidas para ese momento tan familiar, tan especial.
Sabores Ancestrales
Para José Luis Curiel, especialista en nutrición y gastronomía, la cena de Navidad es un condensado de tradiciones y sazones que encuentran su origen tanto en la antigüedad romana como en el mundo prehispánico, pero que mantiene un sello mexicano y una profunda advocación religiosa.
A través del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el especialista señala que “mientras perduró el periodo colonial, durante la Nochebuena era obligatorio guardar la vigilia, por lo que no se podía servir en la mesa el tradicional guajolote, que se reservaba para el día 25; así que paulatinamente se fueron incorporando pescados y hierbas al menú de manjares nocturnos, como el bacalao.
Curiel afirma que detrás de los platillos navideños hay una historia que muestra cómo se han ido transformando, ejemplo de ello son los romeritos elaborados con el mole que baña al quelite y se acompaña de tortas de polvo de camarón, las cuales fueron incorporadas recientemente porque, siglos atrás, los romeritos eran acompañados con “amaranto de agua”, una hueva de chinche acuática que crece en la zona de Texcoco y que se conseguía en el tradicional mercado de San Juan.
En las últimas décadas se han incorporado nuevos platillos e ingredientes a la cena navideña. Sin embargo, los aromas y sabores tradicionales tienen un lugar muy especial en nuestro paladar.
Una bebida esencial de esta temporada es el ponche, que a pesar de que tiene influencia inglesa (ponch: té con pasitas y ron), en nuestro país se le ha dado una personalidad propia con frutas.
La mayoría de los ingredientes que se incluyen en la cena están cargados de simbolismo, ejemplo de ello es la nuez, que alude a la esperanza; la granada representaba el poder económico de los comensales. (Con información de http://www.inah.gob.mx).