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La entrega está en servir
En este domingo penúltimo del mes de octubre, la Iglesia universal rompe el ciclo litúrgico ordinario del año para avivar en los creyentes el pensamiento del inapreciable regalo de ser cristianos
LA PALABRA DE DIOS
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías (53,10-11)
“Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos”.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos (4,14-16):
“Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia”.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (10,35-45):
“El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.
DOMINGO XXIX ORDINARIO
GUADALAJARA, JALISCO (18/OCT/2015).- En este domingo penúltimo del mes de octubre, la Iglesia universal rompe el ciclo litúrgico ordinario del año para avivar en los creyentes el pensamiento del inapreciable regalo de ser cristianos; y en consecuencia, además de dar gracias por ese don, corresponder con oración, acción y sacrificios en bien de quienes no han tenido la dicha de la Fe, los que todavía no conocen a Cristo.
El pregón misionero aún no ha llegado a nuestros pueblos, donde abundan los hombres y mujeres que no han encontrado el verdadero sentido de la vida.
Nada es tan cierto como la muerte, y muchos van hacia ella sin orientación, sin la brújula que los guíe hacia el bien eterno.
El mundo está lleno de idolatrías, de ambiciones desmedidas, de conflictos políticos, de supersticiones, de pasiones sin freno, de desvergüenza, de placeres vergonzosos. Ese es el mundo con sus intereses terrenos, es el mundo en el que todo es para el cuerpo; y a éste se contrapone el mundo espiritual, el del alma.
La acción evangelizadora de la Iglesia, nunca interrumpida, tiene en este siglo XXI miles de misioneros activos, heroicos muchos, en diversos campos de apostolado; pero cada día es mayor la urgencia de acción de los operarios en la viña del Señor, porque se incrementa el número de hombres que habitan este planeta; y crecen las necesidades espirituales y materiales porque es más notable la ignorancia religiosa.
Misioneros han de ser todos los bautizados; y los primeros deben ser los obispos sucesores de los apóstoles. A éstos últimos los reunió Jesús en Galilea y les dio su último mandato antes de ascender a su Padre. Les dijo: “me ha sido dado todo poder en el cielo y en la Tierra.Vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizando en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
De ese mandato de Cristo nació el deber misionero de la Iglesia. La conversión de las almas es obra de la gracia de Dios y la gracia se alcanza con la oración. La Iglesia contínuamente eleva oraciones para que las almas se abran al mensaje de salvación, y exhorta a los fieles a elevar constantemente súplicas por las misiones, por los misioneros.
Los misioneros atienden a muchos con apremiantes necesidades económicas. Sostienen escuelas, clínicas, hospitales, orfanatos, centros de estudios y construyen templos y casas.
La historia de las misiones está llena de episodios de admirable caridad, en donde tanto la laboriosidad de los misioneros de primera fila, como los muchos misioneros anónimos, con sus ayudas económicas han hecho posibles verdaderos prodigios.
Por eso es muy necesaria la ayuda económica; y una manera de participar como misioneros en este domingo, es tender la mano para llevar el auxilio a los campos de misión.
La entrega está en servir
Las lecturas que nos presentan la liturgia el día de hoy, pone en manifiesto dos actitudes que dan sentido a nuestro caminar como cristianos, las cuales es Jesús quien pone el ejemplo de vivirlas; el servicio y la compasión. Desde esta lógica: ¿puede entonces Jesús ser aún cercano a los hombres después que ha dejado este mundo para irse a reinar a la derecha del Padre?, Jesús no es lejano a los hombres porque es solidario y tiene, mejor que nadie, la humildad que capacita para ser compasivo y solidario con aquellos que sufren, he ahí su título como Sumo Sacerdote de los cristianos, su entrega es total, se vuelve en la esperanza del perdido, compadece al pecador, al sencillo se da, y al débil da seguridad. El hecho de que Jesús esté tan cercano al Padre debe dar a los creyentes una mayor confianza. Sobre todo en estos tiempos en que la angustia y la desesperación son frecuentes amenazas para la fe, el creyente está invitado a recordar que en toda necesidad le asistirá el auxilio del Padre toda vez que sepa confiar en su mirada. En palabras del P. Félix Rougier M.Sp.S “Viviendo bajo la mirada atenta y amorosa del Padre”.
La intervención de Santiago y Juan que nos dice Marcos en el Evangelio, da ocasión a Jesús para hablarles de la autoridad en la comunidad. La Iglesia no puede conducirse al estilo de los sistemas autoritarios; habla de autoridad pero nacida de un espíritu de servicio, que se inspira en la entrega de Jesús. No es la lógica de los “gobiernos de este mundo”, quienes se sienten dueños y son tiranos de sus pueblos; la autoridad cristiana se distingue porque se entrega, asumiendo responsabilidades, poniendo en marcha la vida de Jesús. En este sentido, la Iglesia no se identifica con ningún sistema político ni siquiera con la democracia, pues ésta no es evangélica. Lo evangélico está en esto: “Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías (53,10-11)
“Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos”.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos (4,14-16):
“Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia”.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (10,35-45):
“El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.
DOMINGO XXIX ORDINARIO
GUADALAJARA, JALISCO (18/OCT/2015).- En este domingo penúltimo del mes de octubre, la Iglesia universal rompe el ciclo litúrgico ordinario del año para avivar en los creyentes el pensamiento del inapreciable regalo de ser cristianos; y en consecuencia, además de dar gracias por ese don, corresponder con oración, acción y sacrificios en bien de quienes no han tenido la dicha de la Fe, los que todavía no conocen a Cristo.
El pregón misionero aún no ha llegado a nuestros pueblos, donde abundan los hombres y mujeres que no han encontrado el verdadero sentido de la vida.
Nada es tan cierto como la muerte, y muchos van hacia ella sin orientación, sin la brújula que los guíe hacia el bien eterno.
El mundo está lleno de idolatrías, de ambiciones desmedidas, de conflictos políticos, de supersticiones, de pasiones sin freno, de desvergüenza, de placeres vergonzosos. Ese es el mundo con sus intereses terrenos, es el mundo en el que todo es para el cuerpo; y a éste se contrapone el mundo espiritual, el del alma.
La acción evangelizadora de la Iglesia, nunca interrumpida, tiene en este siglo XXI miles de misioneros activos, heroicos muchos, en diversos campos de apostolado; pero cada día es mayor la urgencia de acción de los operarios en la viña del Señor, porque se incrementa el número de hombres que habitan este planeta; y crecen las necesidades espirituales y materiales porque es más notable la ignorancia religiosa.
Misioneros han de ser todos los bautizados; y los primeros deben ser los obispos sucesores de los apóstoles. A éstos últimos los reunió Jesús en Galilea y les dio su último mandato antes de ascender a su Padre. Les dijo: “me ha sido dado todo poder en el cielo y en la Tierra.Vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizando en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
De ese mandato de Cristo nació el deber misionero de la Iglesia. La conversión de las almas es obra de la gracia de Dios y la gracia se alcanza con la oración. La Iglesia contínuamente eleva oraciones para que las almas se abran al mensaje de salvación, y exhorta a los fieles a elevar constantemente súplicas por las misiones, por los misioneros.
Los misioneros atienden a muchos con apremiantes necesidades económicas. Sostienen escuelas, clínicas, hospitales, orfanatos, centros de estudios y construyen templos y casas.
La historia de las misiones está llena de episodios de admirable caridad, en donde tanto la laboriosidad de los misioneros de primera fila, como los muchos misioneros anónimos, con sus ayudas económicas han hecho posibles verdaderos prodigios.
Por eso es muy necesaria la ayuda económica; y una manera de participar como misioneros en este domingo, es tender la mano para llevar el auxilio a los campos de misión.
La entrega está en servir
Las lecturas que nos presentan la liturgia el día de hoy, pone en manifiesto dos actitudes que dan sentido a nuestro caminar como cristianos, las cuales es Jesús quien pone el ejemplo de vivirlas; el servicio y la compasión. Desde esta lógica: ¿puede entonces Jesús ser aún cercano a los hombres después que ha dejado este mundo para irse a reinar a la derecha del Padre?, Jesús no es lejano a los hombres porque es solidario y tiene, mejor que nadie, la humildad que capacita para ser compasivo y solidario con aquellos que sufren, he ahí su título como Sumo Sacerdote de los cristianos, su entrega es total, se vuelve en la esperanza del perdido, compadece al pecador, al sencillo se da, y al débil da seguridad. El hecho de que Jesús esté tan cercano al Padre debe dar a los creyentes una mayor confianza. Sobre todo en estos tiempos en que la angustia y la desesperación son frecuentes amenazas para la fe, el creyente está invitado a recordar que en toda necesidad le asistirá el auxilio del Padre toda vez que sepa confiar en su mirada. En palabras del P. Félix Rougier M.Sp.S “Viviendo bajo la mirada atenta y amorosa del Padre”.
La intervención de Santiago y Juan que nos dice Marcos en el Evangelio, da ocasión a Jesús para hablarles de la autoridad en la comunidad. La Iglesia no puede conducirse al estilo de los sistemas autoritarios; habla de autoridad pero nacida de un espíritu de servicio, que se inspira en la entrega de Jesús. No es la lógica de los “gobiernos de este mundo”, quienes se sienten dueños y son tiranos de sus pueblos; la autoridad cristiana se distingue porque se entrega, asumiendo responsabilidades, poniendo en marcha la vida de Jesús. En este sentido, la Iglesia no se identifica con ningún sistema político ni siquiera con la democracia, pues ésta no es evangélica. Lo evangélico está en esto: “Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.