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Dios nos busca insistentemente

Juan el Bautista continúa el anuncio de los primeros profetas: 'Preparen el camino del Señor'

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro de Baruc (5,1-9):

“Quítate tu ropa de duelo y aflicción, y vístete para siempre el esplendor de la gloria que viene de Dios”

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses (1,4-6.8-11):

“Que nuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento, llenos de los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios”.

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (3,1-6):

“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios”

GUADALAJARA, JALISCO (06/DIC/2015).
- Continúan el gozo y la esperanza en  este segundo domingo de adviento. La liturgia es un anuncio de un  acontecimiento ya próximo, e induce a preparar los ánimos y disponerlos bien, ante todo una fuerte espiritualidad con motivo de la Navidad.

Juan el Bautista no tiene otra misión sino la de continuar y concluir lo mismo que anunciaron los otros profetas, y por ello su  mensaje es el mismo que el de el profeta Isaías y así exhorta: “Preparen el camino del Señor”.

Ahora a los cristianos en este año 2015 se les dirige la misma exhortación; a los que andan más preocupados por la influenza y el dengue; a los que ya no son fieles seguidores del campeonísimo del futbol, porque ya no están en la cumbre los equipos de Jalisco, pero sí están enajenados por los medios masivos de comunicación, en particular por la televisión, que les ahorra el esfuerzo de pensar y los convierte en autómatas, en fieles seguidores a veces de razones y las más de sinrazones, modas, ondas y todas las vanidades que tiene el mundo para seducir.

A estos apresurados o adormilados por el ritmo del Siglo XXI que es superficialidad, les dice que despierten y que deben prepararse para una navidad distinta y siguiendo las pautas de los ingenieros de caminos: “Hagan rectos los senderos”.

En el lenguaje del pueblo dicen “esto está muy chueco”, refiriéndose a sus negocios, o aquel “anda chueco” en su matrimonio; o a la inversa “éste es muy recto en todo”. La rectitud como virtud humana, es compendio o suma de otras virtudes: es fidelidad a las propias convicciones; es autenticidad, ser uno mismo; una adecuación entre lo que se piensa y se dice y lo que se debe hacer; es apertura para enfrentarse sin repliegues a lo ordinario y a lo accidental; es la virtud que quieren ver todos los ciudadanos en sus gobernantes. Ha de ser la virtud de los cristianos auténticos, es la virtud que se ha de cultivar en la preparación al camino derecho, no torcido, para encontrar a Cristo.

De los siete pecados capitales —así llamados porque cada uno es cabeza de otros vicios— la soberbia es el peor. Es una pasión con secuelas terribles: ciega a sus víctimas, les da una falsa visión de sí mismos y les engaña haciéndoles sentir que son muy grandes, muy sabios, muy poderosos. La soberbia es  sumamente peligrosa, porque es mentira, es falsedad. Se opone a este vicio una de las más bellas virtudes: la humildad.

Cristo es el modelo perfecto de esta virtud: Dios omnipotente, al tomar la naturaleza humana es el niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre.

La Iglesia toma una vez más en este adviento ese mismo mensaje y anhela que los cristianos de ahora escuchen, despierten, acepten y pongan en práctica esas normas, para que acaben diciendo las mismas palabras de Isaías: “Y todos los hombres verán la salvación de Dios”.

José Rosario Ramírez M.

Adviento, tiempo de acción

“Mi alma se llena de gozo porque el Señor pronto vendrá, preparé un pesebre en mi corazón despojándome de toda maldad...” Así es como comienza un canto típico en este tiempo litúrgico, que nos recuerda la importancia de ir preparando el camino para el encuentro con Cristo presente en los rostros de la vida cotidiana.

El recordatorio fundamental del adviento es que Dios viene a nosotros, insiste en buscarnos. Mucho nos debe querer. Mucho debemos valer para que nos busque con tanta insistencia. Tanto, que terminará por hacerse hombre, por enviar a su propio Hijo para demostrarnos su amor y su apuesta por la vida. Pero esto de poco sirve si no encuentra corazones preparados, corazones que laten y sienten a 100%. Si estamos distraídos, si nuestros errores nos bloquean, si el corazón lo tenemos dividido… ¡Ya puede insistir Dios! Dejaremos pasar otra oportunidad. ¡A lo mejor no!

Debemos de plantear el sentido del adviento: Dios nos busca insistentemente. Nos lo dice por activa y por pasiva. Parece que nosotros estamos más atentos a cualquier charlatán que viene a vendernos algo que a un Dios que se hace como nosotros para decirnos que valemos la pena. Por eso, los personajes en los que se centra la catequesis son personas que escuchan, que tienen un corazón abierto y su personalidad viene definida por cuatro (o cinco) corazones distintos: corazón exigente, corazón inquieto, corazón confiado, corazón impaciente y corazón abierto.

¿Crees que el mundo de hoy necesita justicia? ¿Cuáles son las injusticias que más te importan a ti? ¿Crees que es necesario que alguien clame en contra de las injusticias? En aquel tiempo se cometían en Israel muchas injusticias. Recordemos al profeta Isaías que predica en el desierto la conversión.  Isaías es la voz exigente de Dios que clama justicia para los más pobres. Pero lo hace, no echando la bronca, sino anunciando una nueva era, un tiempo nuevo en el que Dios va a intervenir y va a hacerlo todo nuevo. Por eso grita: Preparad un camino al Señor, allanad los senderos. Que lo que está muy subido (engreimiento, prepotencia, agresividad, egoísmo) se abaje; y lo que está abajo (el pobre, el humilde, el ignorado, el despreciado) se alce. Hay que darle la vuelta a este mundo injusto. Hay que abrir caminos nuevos para que las cosas cambien. Dios ha decidido intervenir, pero no lo va a hacer como nosotros lo haríamos, a través del poder y el autoritarismo, sino a través de lo débil y de lo pobre.

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