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Aquí estoy
- La respuesta de Dios al hombre cuando se presenta y se da a conocer es: “Yo Soy”, ante la presencia creadora y única de Dios, la respuesta más apegada a nuestra misión ha de ser: “Aquí estoy”, nuestra presencia es en razón a la obediencia
LA PALABRA DE DIOS
PRIMERA LECTURA:
Isaías 6, 1-2. 3-8
“¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía? Yo le respondí: Aquí estoy, Señor, envíame”
SEGUNDA LECTURA:
Primera San Pablo a los corintios 15, 1-11
“Por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí”
EVANGELIO:
San Lucas 5, 1-11
“No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y dejándolo todo, lo siguieron”
REFLEXIONANDO LA FE...
La barca de Pedro
En el marco del año de la fe que celebramos, una de las imágenes que se nos sugiere para la reflexión, más aun se propone como logo que identifica el año, es una barca que simboliza la Iglesia, y que en el texto del evangelio de hoy lo encontramos narrado por san Lucas.
Cuando nos preguntamos por la Iglesia, por su identidad; cuando deseamos entender y ayudar a vivir la liturgia; cuando pensamos qué mensaje de salvación ofrecemos a las personas… hemos de volver a redescubrir los textos sagrados.
Podríamos resumir, que este año, es el del Credo. Pero no sólo de su recitación, sino de renovar nuestra comprensión. Redescubrir y reflexionar sobre lo que significa creer y sobre los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada (partes del Catecismo de la Iglesia Católica) ha de ser uno de los firmes propósitos para nosotros, creyentes. La fe y el amor están unidos y se necesitan. En un testimonio coherente que, pese a su cotidianidad, se podrá captar como signo de nuestro tiempo, el Dios que sigue amando, salvando y obrando maravillas en nosotros, pese a nuestras debilidades.
Un constante llamado
La atención de Dios es de constante llamado, pero su llamado es al compromiso fiel de su seguimiento, no tiene razón responderle y no seguirle en el cumplimiento de su voluntad, por lo cual encontramos en el pasaje del profeta Isaías, la narración de su llamado, que le elige, le purifica y le manda.
Es Dios quien dispone lo necesario, aplicándose las frases de san Agustín cuando decía: “Dios no pide imposibles; sino que hagas lo que puedas, le pidas lo que no puedas, y Él te ayudará para que puedas”. Y también: “Señor, dame fuerza para lo que me pides, y pídeme lo que quieras”. De frente al designio de Dios de elegir a Isaías, éste se reconoce impuro e indigno, y el Señor le purifica, perdona y reafirma su llamado, lo cual supone de Isaías, solo una repuesta: la disposición a cumplir su voluntad. “Escuché entonces una voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía? Yo le respondí: Aquí estoy, Señor, envíame”.
No temas
El miedo como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario, será una parte siempre de nuestra vida, por lo cual llenan de sentido y significado reconfortante la infinidad de veces, más de 300, que encontramos en la Sagrada Escritura esta frase dicha en palabras de Dios: “No teman”, el no teman pronunciado por Dios, para los hombres de fe, ha de ser garantía de seguridad, porque lo que se anuncia es cierto.
El Papa Juan Pablo II, en el inicio de su pontificado en aquel discurso en la Plaza de San Pedro, minutos después de ser elegido como cabeza de la Iglesia, decía lo mismo: “No teman”, no se las decía a él mismo de frente a la gran tarea que se le había encomendado, también se dirigía a cada uno de nosotros, los creyentes presentes y los que habrían de venir. “No teman de abrir sus corazones a Cristo”, sus primeras palabras, ya al paso de su pontificado, nos permiten comprender que no fueron populistas, eran en reflejo de una profunda reflexión de los textos sagrados, al descubrir que en aquel 16 de octubre de 1978, Cristo le decía ahora a él como a Pedro junto a su barca: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”.
San Pablo no titubea: “Este Evangelio los salvará, si lo cumplen como lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano”. Lo que Pablo pretende no es ensalzarse por su predicación, sino recordarnos que la palabra de Dios la hemos de conservar en apego a lo que dice, ya que es una palabra que salva, disipa temores y ofrece el perdón que sólo Dios puede dar.
San Pablo recuerda que el objeto de esta noticia, que es el anuncio del Evangelio, es necesario conservarlo ya que Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día. Esta acción redentora no es estéril en nosotros, si la aceptamos y vivimos en fidelidad.
DESDE LAS LETRAS
Si tú me dices "¡ven!"
Si tú me dices “¡ven!”, lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo
que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.
Si tú me dices “¡ven!” todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular…
Mas he de compensarte mi retardo
difundiéndome oh Cristo como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar.
Amado Nervo
PRIMERA LECTURA:
Isaías 6, 1-2. 3-8
“¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía? Yo le respondí: Aquí estoy, Señor, envíame”
SEGUNDA LECTURA:
Primera San Pablo a los corintios 15, 1-11
“Por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí”
EVANGELIO:
San Lucas 5, 1-11
“No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y dejándolo todo, lo siguieron”
REFLEXIONANDO LA FE...
La barca de Pedro
En el marco del año de la fe que celebramos, una de las imágenes que se nos sugiere para la reflexión, más aun se propone como logo que identifica el año, es una barca que simboliza la Iglesia, y que en el texto del evangelio de hoy lo encontramos narrado por san Lucas.
Cuando nos preguntamos por la Iglesia, por su identidad; cuando deseamos entender y ayudar a vivir la liturgia; cuando pensamos qué mensaje de salvación ofrecemos a las personas… hemos de volver a redescubrir los textos sagrados.
Podríamos resumir, que este año, es el del Credo. Pero no sólo de su recitación, sino de renovar nuestra comprensión. Redescubrir y reflexionar sobre lo que significa creer y sobre los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada (partes del Catecismo de la Iglesia Católica) ha de ser uno de los firmes propósitos para nosotros, creyentes. La fe y el amor están unidos y se necesitan. En un testimonio coherente que, pese a su cotidianidad, se podrá captar como signo de nuestro tiempo, el Dios que sigue amando, salvando y obrando maravillas en nosotros, pese a nuestras debilidades.
Un constante llamado
La atención de Dios es de constante llamado, pero su llamado es al compromiso fiel de su seguimiento, no tiene razón responderle y no seguirle en el cumplimiento de su voluntad, por lo cual encontramos en el pasaje del profeta Isaías, la narración de su llamado, que le elige, le purifica y le manda.
Es Dios quien dispone lo necesario, aplicándose las frases de san Agustín cuando decía: “Dios no pide imposibles; sino que hagas lo que puedas, le pidas lo que no puedas, y Él te ayudará para que puedas”. Y también: “Señor, dame fuerza para lo que me pides, y pídeme lo que quieras”. De frente al designio de Dios de elegir a Isaías, éste se reconoce impuro e indigno, y el Señor le purifica, perdona y reafirma su llamado, lo cual supone de Isaías, solo una repuesta: la disposición a cumplir su voluntad. “Escuché entonces una voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía? Yo le respondí: Aquí estoy, Señor, envíame”.
No temas
El miedo como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario, será una parte siempre de nuestra vida, por lo cual llenan de sentido y significado reconfortante la infinidad de veces, más de 300, que encontramos en la Sagrada Escritura esta frase dicha en palabras de Dios: “No teman”, el no teman pronunciado por Dios, para los hombres de fe, ha de ser garantía de seguridad, porque lo que se anuncia es cierto.
El Papa Juan Pablo II, en el inicio de su pontificado en aquel discurso en la Plaza de San Pedro, minutos después de ser elegido como cabeza de la Iglesia, decía lo mismo: “No teman”, no se las decía a él mismo de frente a la gran tarea que se le había encomendado, también se dirigía a cada uno de nosotros, los creyentes presentes y los que habrían de venir. “No teman de abrir sus corazones a Cristo”, sus primeras palabras, ya al paso de su pontificado, nos permiten comprender que no fueron populistas, eran en reflejo de una profunda reflexión de los textos sagrados, al descubrir que en aquel 16 de octubre de 1978, Cristo le decía ahora a él como a Pedro junto a su barca: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”.
San Pablo no titubea: “Este Evangelio los salvará, si lo cumplen como lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano”. Lo que Pablo pretende no es ensalzarse por su predicación, sino recordarnos que la palabra de Dios la hemos de conservar en apego a lo que dice, ya que es una palabra que salva, disipa temores y ofrece el perdón que sólo Dios puede dar.
San Pablo recuerda que el objeto de esta noticia, que es el anuncio del Evangelio, es necesario conservarlo ya que Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día. Esta acción redentora no es estéril en nosotros, si la aceptamos y vivimos en fidelidad.
DESDE LAS LETRAS
Si tú me dices "¡ven!"
Si tú me dices “¡ven!”, lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo
que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.
Si tú me dices “¡ven!” todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular…
Mas he de compensarte mi retardo
difundiéndome oh Cristo como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar.
Amado Nervo