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¡Alerta!
La Iglesia, conformada por todos los bautizados, ha sido iluminada al respecto por el Espíritu Santo y ha venido denunciando, instruyendo a sus miembros e investigando más profundamente
¿Cuántos, de quienes actualmente en nuestro medio nos consideramos cristianos, tendríamos la valentía, el arrojo, la confianza, la capacidad de amar, para enfrentar situaciones adversas como persecuciones, represión, etc. a efecto de conservar nuestra fe, de no renunciar a nuestras convicciones, contra lo que podía ofrecerle un gobierno autoritario, en aras a obtener con ello una “libertad” puramente exterior y una vida teóricamente mejor?
Es una pregunta difícil de responder, dado que, hoy por hoy, en nuestro México no vivimos las condiciones que ese régimen autoritario y ateo impuso a los que se reconocieron seguidores de Jesucristo, ni existe la persecución violenta y sangrienta, como la hubo en la llamada “Guerra Cristera”.
Sin embargo, los signos de los tiempos nos revelan lo que en sí está sucediendo con respecto a la vida cristiana tan fuerte, arraigada, reconocida por siglos, del pueblo mexicano --de ahí la mencionada “cristiada”--. Sin duda la fe cristiana en general de los mexicanos, se ha venido debilitando, al grado que, podemos intuir --dadas las evidencias y lo declarado por muchos, aunque no dudamos que los siga habiendo-- que sería difícil encontrar un número considerable de creyentes dispuestos a dar todo por Cristo y por el Evangelio.
Y es que, como Jesús afirmó: “Los que pertenecen a este mundo, a las tinieblas, son más astutos que los que pertenecen a la luz” (Lc. 16, 8). Precisamente son éstos, los que viven en la oscuridad, quienes han preparado y están llevando a cabo una estrategia de ataques por varios frentes, no violentos físicamente, pero de gran nocividad para el espíritu y la mente; a esto le podríamos llamar una persecución espiritual y también psicológica.
De manera sutil, casi imperceptible, se están infiltrando corrientes como el orientalismo, que incluye el hinduismo, el budismo y algunas disciplinas militares; la mal llamada “metafísica”; el gnosticismo, la Teosofía, la dianética, el Control mental, etc.; otras corrientes que exacerban la capacidad del ser humano equiparándolo a un dios, y se disfrazan con nombres tales como “desarrollo humano”, “Simposium”, “Conciencia del Ser”.
Y, sobre todo, la denominada “New Age” o Nueva Era, que, como se sabe, es una “mescolanza” de corrientes que utilizan diferentes recursos, pero que tienen un fin concreto: desterrar al cristianismo e imponer sus filosofías y su visión del ser humano y de su destino, totalmente equivocadas, que suscitan primero confusión y después fascinación, al grado de llegar a dominar las mentes y las voluntades.
La Iglesia, conformada por todos los bautizados, ha sido iluminada al respecto por el Espíritu Santo y ha venido denunciando, instruyendo a sus miembros, investigando más profundamente, etc., en una labor encomiable. Desafortunadamente, lo que no ha podido hacer como se necesita, es difundir de manera masiva entre sus fieles y seres humanos de buena voluntad, el conocimiento de lo que se trata esta amenaza, que en muchos lados ya se ha hecho realidad; y los peligros no sólo para la fe y la vida cristiana, que representan las consecuencias familiares, sociales, culturales, religiosas, políticas, etc. Existe pues una enorme ignorancia acerca del tema, agravada por la ignorancia de los principios evangélicos y de la doctrina cristiana.
Es por ello que todos los cristianos deberíamos tomar en serio esta realidad y estos peligros --las consecuencias de los cuales ya se sienten en todos los ambientes y círculos sociales--, debido al alarmante número de personas que se han dejado engañar y manipular por todo esto, que tiene como resultado la pérdida de la fe, el abandono de su vida, costumbres y religión; todo ello llega al extremo de sufrir un verdadero “lavado de cerebro” y de entregar todos sus bienes, y hasta su tiempo, para ponerse al servicio de los que, engañosamente, están atrás de todo ello.
Es oportuno hacer un llamado a todos los papás, a las mamás y a quienes dirigen a niños, adolescentes y jóvenes, para que estén atentos --ello implica conocer, prepararse, investigar-- y sepan advertirles con argumentos sólidos para evitar que caigan en las garras de Satanás, que al final de cuentas es quien mueve los hilos. Así mismo exhortamos a todos los cristianos convencidos, a que difundan estas verdades y ayudemos todos a crear conciencia en el mayor número de cristianos y personas de buena voluntad. Urge contrarrestar esta calamidad.
Consigna evangélica más adecuada para nuestra reflexión, no puede haber más clara como la que nos recuerda el pasaje del Evangelio de este domingo: “No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo”. (Mt. 10, 28).
Francisco Javier Cruz Luna
cruzlfcoj(arroba)yahoo.com.mx