“¡Un sueño¡... Así, encerrado entre dos admiraciones, no es lo que soñé anoche, sino lo que vengo soñando día tras día.
¿Cuándo me nació este sueño extraordinario que habría de llenar toda mi vida? ¿Cuándo nació en ti, lector amigo?
Entorno los ojos y me veo en mi pequeñez, ya sabía yo la cruel verdad que no somos para siempre, que pasa el tiempo y nos borramos, a no ser que dejemos una señal perenne en el mundo, una buena señal: Jesús, Colón, San Francisco, Gandhi... ejemplares. Los que señalaron su existencia con rasgos malos hay que borrarlos.
Pero entre unos y otros existe la mayoría de la Humanidad con sus trabajos y afanes y con sus sueños. Uno para cada uno. Estos hombres y mujeres del gran montón no son malos ni buenos, sino lo que el empuje de la vida les manda, y para mitigar esa monotonía molesta, sueñan despiertos el sueño del futuro.
¿Tendré una casa? ¿Estudiaré la carrera que quiero? ¿Me llegará el amor? ¿Y los hijos? ¿Y serán éstos buenos, listos, felices, ejemplares? Un sueño para cada uno. Y yo soñé con una escuelita en un pueblo donde el alcalde, el secretario del Ayuntamiento, el cura y el médico fueran mis amigos, y mis alumnos mi familia. Temía que no me casaría, pero imaginaba que no habría soledad para mí, los alumnos de un curso y otro curso llenarían mi vida. Luché sin descanso para hacer real mi sueño. En la mente de cada alumno estaría yo. Ya eso era la raya que perduraría de mí. El sueño ideal tiene uno que hacérselo, pero surgen imprevistos que van contra nuestro sueño.
Vinieron las guerras. Mataron a mucha gente, destrozaron los sueños. Uno a uno. Quedamos vacíos. El sueño ideal no es más que eso: un ideal sin material para agarrarlo, pero sí con alas y vuela lejos, lejos hasta desaparecer y ser un simple sueño como el que tuve esta noche; estaba en un campo verde y florido, no sé qué pasó. Todo lo referente a esto se me ha borrado y su realidad no tiene que ver con algún sueño. Desecha la bella nube de mi sueño ideal, nació en mi deseo otro. Difícil resulta explicar lo que en aquel tiempo significó la palabra México que no había sido para mí más que una página en el cuaderno de la escuela. México era mi futuro cargado de ilusiones. ¡Lo conseguí! con mucha lucha, y aquí estoy. Se llenaron mis días de sorpresas. Unas muy buenas. Otras no. Así es la vida y “el sueño” aquí y allí.
Sueña, amigo, en tus ratos de despierto, y goza. Lo que sueñas por la noche, dormido, sueños son de mentira, buenos o malos se borran.
Sueña eso que anhelas y hazlo realidad, pon en el mundo la señal de tu vida.
GABRIEL PAZ / Escritora.
Correo electrónico: macachi809@hotmail.com
¿Cuándo me nació este sueño extraordinario que habría de llenar toda mi vida? ¿Cuándo nació en ti, lector amigo?
Entorno los ojos y me veo en mi pequeñez, ya sabía yo la cruel verdad que no somos para siempre, que pasa el tiempo y nos borramos, a no ser que dejemos una señal perenne en el mundo, una buena señal: Jesús, Colón, San Francisco, Gandhi... ejemplares. Los que señalaron su existencia con rasgos malos hay que borrarlos.
Pero entre unos y otros existe la mayoría de la Humanidad con sus trabajos y afanes y con sus sueños. Uno para cada uno. Estos hombres y mujeres del gran montón no son malos ni buenos, sino lo que el empuje de la vida les manda, y para mitigar esa monotonía molesta, sueñan despiertos el sueño del futuro.
¿Tendré una casa? ¿Estudiaré la carrera que quiero? ¿Me llegará el amor? ¿Y los hijos? ¿Y serán éstos buenos, listos, felices, ejemplares? Un sueño para cada uno. Y yo soñé con una escuelita en un pueblo donde el alcalde, el secretario del Ayuntamiento, el cura y el médico fueran mis amigos, y mis alumnos mi familia. Temía que no me casaría, pero imaginaba que no habría soledad para mí, los alumnos de un curso y otro curso llenarían mi vida. Luché sin descanso para hacer real mi sueño. En la mente de cada alumno estaría yo. Ya eso era la raya que perduraría de mí. El sueño ideal tiene uno que hacérselo, pero surgen imprevistos que van contra nuestro sueño.
Vinieron las guerras. Mataron a mucha gente, destrozaron los sueños. Uno a uno. Quedamos vacíos. El sueño ideal no es más que eso: un ideal sin material para agarrarlo, pero sí con alas y vuela lejos, lejos hasta desaparecer y ser un simple sueño como el que tuve esta noche; estaba en un campo verde y florido, no sé qué pasó. Todo lo referente a esto se me ha borrado y su realidad no tiene que ver con algún sueño. Desecha la bella nube de mi sueño ideal, nació en mi deseo otro. Difícil resulta explicar lo que en aquel tiempo significó la palabra México que no había sido para mí más que una página en el cuaderno de la escuela. México era mi futuro cargado de ilusiones. ¡Lo conseguí! con mucha lucha, y aquí estoy. Se llenaron mis días de sorpresas. Unas muy buenas. Otras no. Así es la vida y “el sueño” aquí y allí.
Sueña, amigo, en tus ratos de despierto, y goza. Lo que sueñas por la noche, dormido, sueños son de mentira, buenos o malos se borran.
Sueña eso que anhelas y hazlo realidad, pon en el mundo la señal de tu vida.
GABRIEL PAZ / Escritora.
Correo electrónico: macachi809@hotmail.com