ENTRE VERAS Y BROMAS
El último fin de semana, con motivo del XV aniversario de aquel lamentabilísimo episodio, se aderezó y se sirvió —con ecos sociales cada vez más apagados, hasta donde se sabe— el tradicional “recalentado” anual del “Caso Posadas”. La relativa novedad, esta vez, fue la presentación de un nuevo libro sobre el tema, cuyo título hace una ensalada rusa con una sentencia evangélica (“La verdad os hará libres”), la consigna de los católicos polacos de la pre y la postguerra (“No tengáis miedo”), y la que sería la pregunta de los 64 mil pesos (“¿Y el homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo?”), si en realidad removiera, sugiriera o planteara algo inteligente... o, al menos, interesante.
—II—
Sobre el tema, anteriormente, se habían publicado dos o tres libelos bastante deleznables; todos ellos, escritos con el hígado... y, además, mal. O sea que no cumplen con ninguno de los requisitos dialécticos y estéticos de una obra literaria propiamente dicha: “Pensamiento claro y expresión correcta”. Lo poco rescatable, en esa materia, salvo prueba o argumento de autoridad en contrario, sigue siendo “El caso Posadas: verdad, derecho y religión” (Editorial Porrúa), del ex obispo de Cuernavaca, Luis Reynoso Cervantes. (Monseñor Reynoso, por cierto, formó parte de la “Comisión Interdisciplinaria” que descalificó, por mayoría de votos, por inconsistente, la novelesca hipótesis del complot. El voto en contra, casualmente, fue del cardenal Juan Sandoval Íñiguez).
—III—
Puesto que “No hay entusiasmo tapatío que dure más de 72 horas”, una vez que la deplorable efeméride tuvo su evocación anual, no se requieren dotes de profeta para anticipar qué destino aguarda a las promociones para que se reabra el expediente y las estridentes “exigencias” de que se llame a declarar —¿para qué, por cierto?— al ex presidente Salinas. Del tema, por tanto, volverá a hablarse en vísperas de los siguientes aniversarios del asesinato de Su Eminencia... siempre y cuando el cardenal Sandoval continúe en el cargo al que debió renunciar al cumplir 75 años, o que lo sustituya alguien como él, más interesado en seguir echando leña a la hoguera de los rencores que en orar, a la manera cristiana, por la reconciliación entre los vivos y la paz eterna para los muertos.
El último fin de semana, con motivo del XV aniversario de aquel lamentabilísimo episodio, se aderezó y se sirvió —con ecos sociales cada vez más apagados, hasta donde se sabe— el tradicional “recalentado” anual del “Caso Posadas”. La relativa novedad, esta vez, fue la presentación de un nuevo libro sobre el tema, cuyo título hace una ensalada rusa con una sentencia evangélica (“La verdad os hará libres”), la consigna de los católicos polacos de la pre y la postguerra (“No tengáis miedo”), y la que sería la pregunta de los 64 mil pesos (“¿Y el homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo?”), si en realidad removiera, sugiriera o planteara algo inteligente... o, al menos, interesante.
—II—
Sobre el tema, anteriormente, se habían publicado dos o tres libelos bastante deleznables; todos ellos, escritos con el hígado... y, además, mal. O sea que no cumplen con ninguno de los requisitos dialécticos y estéticos de una obra literaria propiamente dicha: “Pensamiento claro y expresión correcta”. Lo poco rescatable, en esa materia, salvo prueba o argumento de autoridad en contrario, sigue siendo “El caso Posadas: verdad, derecho y religión” (Editorial Porrúa), del ex obispo de Cuernavaca, Luis Reynoso Cervantes. (Monseñor Reynoso, por cierto, formó parte de la “Comisión Interdisciplinaria” que descalificó, por mayoría de votos, por inconsistente, la novelesca hipótesis del complot. El voto en contra, casualmente, fue del cardenal Juan Sandoval Íñiguez).
—III—
Puesto que “No hay entusiasmo tapatío que dure más de 72 horas”, una vez que la deplorable efeméride tuvo su evocación anual, no se requieren dotes de profeta para anticipar qué destino aguarda a las promociones para que se reabra el expediente y las estridentes “exigencias” de que se llame a declarar —¿para qué, por cierto?— al ex presidente Salinas. Del tema, por tanto, volverá a hablarse en vísperas de los siguientes aniversarios del asesinato de Su Eminencia... siempre y cuando el cardenal Sandoval continúe en el cargo al que debió renunciar al cumplir 75 años, o que lo sustituya alguien como él, más interesado en seguir echando leña a la hoguera de los rencores que en orar, a la manera cristiana, por la reconciliación entre los vivos y la paz eterna para los muertos.